DOS SEMANAS DE

Estas fueron dos semanas de completo reposo. Por primera vez puedo decir casi con gusto: ¡no leí nada! ¡no escribí nada! Convicción propia de no pensar en otra cosa que no fuera ¿dónde está la cobija calientita? ¿dónde dejé el control remoto? ¿qué vamos a comer hoy? Tejí no sé cuántas bufandas frente al televisor, que de la sala fue arrastrado a mi recámara, a cuenta de derecho y revés me eché no sé cuántas películas y series de televisión. El mejor sueño llegaba entre las nueve y las once de la mañana y el mejor desayuno a las doce. Estas fueron dos semanas de todo lo que no hice durante el dosmilseis (o casi todo, ejem).

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