LOST TIME

Una vez escribí aquí sobre el extraño poder que ejerzo en los relojes de pulsera. Mis relojes. ¿Qué hago? Los detengo. Así, un buen día amanece y mi reloj deja de funcionar. He tenido montones.

Y sin embargo, sigo comprando.

Hace dos meses compré el reloj número mil. Bonito y práctico. Pasaron dos, tres, cuatro, seis semanas y funcionaba de maravilla. De hecho, sigue funcionando de maravilla pero este reloj se pierde. Lo pierdo a diario. Cada mañana lo busco por lo menos cinco minutos o algo así como cinco minutos porque como no lo tengo en mi muñeca no sé si sean cinco minutos. Hay mañanas en que no salgo de la casa si no lo encuentro. Pura necedad. Hay mañanas en que me voy sin él. Puro berrinche.

He llegado a la conclusión de que yo y el tiempo nomás no.

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