Estábamos sentadas cómodamente en un lugarcito que se llama Calicanto, un lugar de café, cerveza, música, pasteles y charlas ricas. Nos sentamos afuera, estar en Chihuahua dentro de un lugar no es lo mismo.
Se nos acercó sigiloso, nos ofreció mazapanes, chicles y otros dulces. Al principio dijimos que no, luego Liliana aceptó y compró mazapanes para todas. Comenzó a platicar con Camilo, de ojos pequeñitos y sonrisa grande.
¿Cómo se dice hola en tarahumara? Pilmola, nos dijo.
Liliana hizo un trato con él: comprarle palabras en tarahumara. Pero ustedes me dicen cuáles, nos dijo.
Las palabras que le compramos a Camilo fueron:
muno: muñeca
secá: mano
chubala: cara
ké: no
wehá: sí
sewá: árbol
ocochi: perro
enomí: dinero
Yo le pregunté cómo se decía muchachas bonitas, me dijo que él sólo tenía 12 años y que por eso no le habían enseñado esa palabra aún. Camilo tiene su pelo negro y usa un paliacate amarrado en la cabeza, tiene una voz dulce y un futuro incierto.