Siempre he dicho que soy una gordita atrapada en este cuerpecito. Pero no cualquier gordita una gordita de a tonelada, ¿por qué? pues porque me gusta mucho la comida. Me pagan en la quincena y lo primero que pienso es qué voy a comprar en el Walmart de mandado o a dónde me voy a ir a comer/cenar. Es difícil que yo le diga que no a una buena comida.
Pero desde la crisis aquella de la gastritis mis hábitos alimenticios no son los mismos. No siento hambre o bien, siento mucha hambre. Comienzo a comer y de pronto a todo le encuentro un gusto de wácala. Me lleno luego, luego. Con decirles que de las tres tortitas de papa que mi (santa) mamacita me mandó ayer sólo me comí una.
Yup, I’m food sick.
Extraño, extraño no saben cuánto, sentir que sin importar lo que me suceda la comida siempre estará ahí para compensar mis pesares.
Mi pesar ahora es mi falta de apetito, ¿con qué se sana eso?