Hace unos días tuvimos un pequeño incidente en mi salón de clase. Nos pegamos el susto de nuestras vidas. Corrí a dar socorro… miré a todos lados… y descubrí irremediablemente que en el salón, la única adulta, era yo. No había, en ese instante, nadie más a quien acudir. GULP.
Entonces, me puse el traje de adulta (sí, tengo uno) (sí, debiera usarlo más seguido) y acto seguido mandé a un alumno a traer al doc y a otro a traer agua o coca cola.
Minutos después la situación fue controlada. Pasé el día con los nervios de punta. Decidí que debo aprender más de primeros auxilios y de control de tensión pues nunca se sabe cuándo se tiene que ser más adulta que nunca.