Las últimas dos semanas no he dormido mucho, mi cabeza ha dado vueltas por ciertas decisiones que a fin de cuentas tomé. Qué desesperante puede ser pensar de noche!! quieres dormir, quieres cerrar los ojos, acomodar tu cuerpecito en tu cama y tu mente comienza a ronronear, a moverse sigilosa a picarte con su dedo índice hasta despertarte y obligarte a a pensar en eso que en realidad ya no quieres pensar. Así he estado yo. Y lo malo que en mi casa no tengo red pues algo podría hacer… y lo bueno que en mi casa no tengo red pues perdería el tiempo buscando ahí lo que no está sino en mí.
¿Cuánto tiempo invertimos los humanos a encontrar ese algo que creemos perdido? Encontrarlo debería ser tan fácil como cuando perdemos unas llaves y lo que hacemos es ponernos a rememorar los pasos: a ver, entré a la casa, me fui a la cocina, me serví un vaso de agua, subí a la recámara… y de pronto recordamos dónde dejamos las estúpidas llaves… Así debería ser con lo otro, con la búsqueda del yo (porque todo a fin de cuentas siempre tiene que ver con la búsqueda del yo), uno debería poder decir: a ver, fui a la primaria, ahí me enamoré del niño que siempre me decía gorda, luego fui a la secundaria y me pusieron lentes a mí, después la prepa donde lloraba por cualquier cosa, subí a la universidad, escribí muchos cuentos , me enamoré perdidamente y luego… y de pronto con música de ángeles, con la luz del cielo abriéndose como si esto fuera un milagro, encuentras exactamente el momento en que dejaste tu yo… ja ja!! claro ya para cuando uno lo encuentre ese yo ya no será necesario porque el tiempo es implacable y cada uno de los momentos que lo forman no hacen sino formarnos y transformarnos, construirnos y reconstruirnos…
Chale, debería irme mejor a dormir, estoy de lo más existencial…