Sí, puse a todo volumen a LCD soundsystem, y me puse a bailotear por toda la casa al ritmo de “daft punk is playing at my house” pero no lo hice in my house sino en his house… Dios, ¿qué sería de mí sin la música? Y me puse toda de buen humor (claro, ese día tomé dos tazas de café) (sí con azúcar, ya ven que soy bien fresa), luego de esa rolita puse otra de los mismos tipos para después, con la reverencia debida, cederle el turno a Interpol. Más volumen en la casa donde las bocinas sí funcionan como deben.
Mi hijo me observa intrigado al principio y después se une al brincoteo y al buen humor. Me pregunta: ¿por qué nos gusta tanto la música? y me gustaría decirle: porque nos redime, hijo. Pero simplemente le contesto como toda madre debe: porque sí. Me cede sólo un: aaahhh…
Continuamos moviéndonos de aquí a allá, como si fuéramos Jack Black en High Fidelity… felices de ser felices.
Yup, Daft Punk was playing at his house, his house…
(pero shhht, no le digan)