THE GARDENER (tragedy of)

Después de ocho siglos, decidí entrarle al patio de mi casa. El tamaño de las ramas lo confundían con cualquier selva en el amazonas. Mi vecina me prestó su aparatejo, me vestí con el mejor gardener outfit que encontré (lo siento no tengo overol) jeans rotos y camiseta vieja, paliacate en la cabeza y mis tenis grises (jamás los rojos para eso).

Rrruuuuuun, prendí la máquina. Ahh el poder de la máquina. Comencé a cortar aquí y allá, adios ramitas, adiós hierbitas, adiós, adiós… y dueña de mí, sitiada en mi patio sintiendo el poder del wild life PAAAAAZ una ramita pega un brinco y vuela, vuela, vuela a mi ojo y lo golpea como desquitándose del agravio jardinero.

Sólo dos palabras: dolor mucho.

Pero como soy muy macha, seguí cortando, cortando y cortando. Run, run y ru ruuuuuuun.

Si uno lo ve, el ojo se ve normal, si acaso un poco rojo y lloroso. Pero si uno lo siente, se siente mal, duele montones el parpadeo es un suplicio. Se aceptan sugerencias, cariños y habladas…

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