Normalmente entre semana no desayuno. Si acaso alguna fruta o un jugo. Pero hoy tenía como ganas de algo rico. Y anden que a La Negrita también. Tons bien abrigaditas (porque qué pinchifrío hace aquí desde ayer) nos lanzamos a buscar un buen desayuno. Ella quería ir al Sanborn’s pero, justo anoche, que veníamos de la vagancia nocturna con Toño (tema para otro post) descubrí un restaurancillo tipo dinner gringo. El barracuda. Convenzo a mi amiga y caminamos hacia allá.
Un viajesote a los años cincuenta, la barra, los bancos, las mesas de silloncito… los meseros con gorrito, las máquinas para hacer malteada y, por supuesto, el rock and roll. Me acordé de Pulp Fiction y de Reality Bites.
No hay adjetivos suficientes para describir mi desayuno, waffles con moras, fresas y crema batida, café (café!!) y un jugo de mandarina. Una delicia, un manjar, un placer. Por qué será que la comida deliciosa es más deliciosa con las amigas? La negra y yo hablamos de esto y de aquello, de la tipa loca de su trabajo y de un novio que… whatever. Pasado y presente aderezando nuestro desayuno.
El Barracuda no es nombre para un lugar así, dije yo. Es que antes era un antro, hasta que lo clausuraron y abrieron esto. Me dio risa, eso le dio otro toque a nuestro desayuno. Luego nos fuimos de compras, quesque nomás por una camiseta para el de cinco y nada, que salimos con aretes, pins, pulseras y una piyama. Por quér será que las compras nos saben mejor con las amigas? Natalia debe tener la respuesta pues juntas también siempre compramos bien a gusto.
A veces creo que soy realmente muy jotita pues me emociona tener amigas como mis amigas. Va. Lo admito: soy muy jotita.