Lo siento pero alguien debería prohibirle al Pasado esas llamadas a las dos de la mañana. Alguien debería informarle de la existencia de las horas hábiles y la atención hacia las inhábiles.
Pero el pasado no escucha, habla de extrañamiento, de oportunidades y disponibilidad. El pasado no entiende de razones y simplemente, presa de un impulso, marca mi número a las dos de la mañana para colgar casi a las tres.
Después de escucharlo, al pasado pues, tenía dos posibilidades. Pensar o dormir. Por supuesto como el espejo de mi presente (y mi futuro también), demanda un rostro descansado, yo elegí la opción dos y me dormí.
Lo siento pero dormí tranquilamente.