A woman who writes feel so much… dice Sexton en Black art. ¿Cuánto he subrayado esa línea? cuánto hay de cierto y cuánto le he temido al mismo tiempo. Feel so much, I feel so much. A veces tengo enormes ganas de llorar, por lo que no digo y callo, por lo que no escribo y callo, por lo que escribo y calla. A veces me gustaría despertar otra, una menos severa. Una menos yo. Despertar otra que no se meta en tantos vericuetos mentales, otra que no analice demasiado las cosas. Una con más miedo y menos fuerza. Una con más fuerza y menos miedo.
As if cycles and children and islands weren’t enough; as if mourners and gossips and vegetables were never enough. Como si la propia existencia no fuera suficiente, como si la constante duda de si es una en donde se debe habitar no fuera suficiente…Never loving ourselves, hating even our shoes and our hats… Hoy no amo mis zapatos.
Y, como dice Myriam, es horrible decidir y descartar cuando se trata de personas, porque al optar o deshechar van en ello nuestros sueños, nuestras fuerzas, las miradas, las palabras… y uno en su obstinación cree que todo eso es renovable, que basta un justo movimiento de empatía en el alma para restituir lo ido (porque alguna drogadavez pensaste que la Justicia Poética Sí Existe).
Y de pronto cae el silencio -o la palabra- como un presagio de soledad que no pedimos. ¿O sí?