Todo iba perfecto. A tiempo. Despertar a las 5 am, bañarse, tomar jugo y fruta, arreglarse, peinado, zapatos, mochila y vámonos que ya son las 6 pasaditas.
Todo iba perfecto. A tiempo. El tráfico tranquilo, los Strokes cantando sólo para mí, lentes oscuros, cabello al aire y ándale que tucs tucs tucs tucs (golpeteo) TUCS TUCS TUCS (golpeteo con volumen).
Disminuir velocidad. Detenerse. Bajarse del carro. Mirar. Lamentarse. Mentar(sela) a la LLANTA.
Ponchada en toda su absolutez.
Todo iba perfecto.
Y bueno, me quedé parada un par de minutos pensando en qué demonios iba a hacer. Mi celular sin saldo, mi trabajo muy muy lejos aún. Ninguna cabina telefónica alrededor. Oooh, my… Miraba al cielo, miraba al piso, miraba a la carretera buscndo una solución y entonces… ahí estaba. En letras grandes, hechas a mano, frente a mí: LLAN-TE-RA.
¿Cuántas posibilidades existen de que una se quede ponchada a las 6:20 de la mañana, en la carretera Hermosillo-Nogales, frente a una llantera?
Y todo salió perfecto. El greñudo de sonidos guturales, enojado porque lo levanté, de la llantera me solucionó el problema en pocos minutos. Llegué a tiempo a mi primer día de clases y aunque estoy preocupada porque ahora tendré que comprar otra llanta (y no tengo dinero hasta el 30 de agosto) esta vez no voy ponerme a pensar si esto de la llanta significa algo o es un augurio, aviso o algo.
p.s. He vuelto a estar línea!!