Son hermanitas. Enedina tiene 6 y Valentina 5. Pero parece que están al revés pues Enedina se ve más pequeña, más frágil que Valentina cuyo nombre revolucionario le queda a la perfección: morenita, cabello negro, ojos grandes y certeros. Ene es blanquita, flaquita con brazos delgaditos y voz suave, suave, imperceptible.
Son amigas de mi hijo.
Sus primeras amigas.
Vienen a nuestra casa que es la siete, desde su casa, que es la diez.
Nos gustan.
Les gustamos.
Se les nota en sus ojitos, en sus risitas cuando les digo “Hola ratoncitas”.
Se les nota cuando Juanantonio propone un juego y ellas dicen Sí.
Juanantonio dice: vamos a jugar a los ninjas
Ellas dicen: Sí
Juanantonio dice: hay que vestirnos de ninjas
Ellas dicen: ¿qué son los ninjas?
Juanantonio dice: los que luchan por la justicia
Valentina dice: Bueno y que yo me llamaba Sofía
Enedina dice: Bueno y que yo atendía la tiendita
Valentina dice: Entonces somos ninjas, yo me llamo Sofía y que Juanantonio y yo íbamos al mandado vestidos de rangers.
Juanantonio dice: Ninjas
Valentina dice: sí, de ninjas.
Enedina dice: bueno y que yo atendía la tiendita.
Juanantonio dice: y que luego luchábamos contra el mal.
Las niñas dicen sí.
No tengo corazón para romperle el corazón a este trío. No les voy a explicar que un ninja difícilmente trabaja en un supermercado o que definitivamente no va a un supermercado a hacer su mandado con billetitos de a mentis.
Mi hijo es feliz y las de la casa 10 también.
Eso es lo único que importa.