Es un sueño recurrente.
Estoy sentada frente a la mesa a punto de comer macarrones con queso. Me saboreo y paseo mi lengua sobre mis labios. Luego intento pasearla atrás de mis dientes (no sé por qué) y de pronto comienzan a caer, uno a uno, mis dientitos. Pongo mi mano derecha en forma de ollita y ahí caen, unos en pedacitos, otros hechos casi pomada. Mis dientes, mis dientes se caen.
Es una sensación bien fea.
Por mucho tiempo me pregunté qué significaba ese sueño pero con la madurez vienen ciertas certezas y mi sueño poco tiene de simbolismos espirituales o filosófico trascendentales. Simplemente: se me van a caer los dientes si sigo siendo tan descuidada.
Ya llevo tres. Una muela de atrás, y dos muelitas de arriba, una al ladito del colmillo (lo cual me hace un hueco que detesto) y otra más atrás desas llamadas premolar (pobrecita ni a muela llegaba y ya me la sacaron).
Mi ausencia de muelas me pone triste. No quiero que mi sueño se haga realidad. Y de pronto añoro esa época en que mis dentistas rogelio y enrique cuidaban mi dentadura completa… si me vieran ahora, ooh vergüenza papito, o vergüenza (como dice el hijo del silvestre).
¿Qué rollo con los dientes? Ahora se supone que debo recurrir a unas dichosas porcelanas (que valen lo mismo que mi cocina nueva), ahora se supone que debo ser más cuidadosa pero me pongo de unos nervios.
Definitivo, una nunca aprecia sus dientes tanto como cuando los ve perdidos.