MEN AT THE VERGE (ejem) OF A NERVOUS BREAKDOWN

Nunca pensé que esto podría suceder.

Las historias siempre son al revés.

Somos nosotras las que no podemos comprender que:

a) nos quieren pero de momento no es posible…

b) nos quieren pero necesitan su espacio

c) nos quieren pero esto se está tornando demasiado serio y por eso…

(la lista de opciones puede continuar, consulte a su memoria si tiene dudas)

Sí, siempre es al revés. Somos nosotras las que estamos frente al teléfono esperando un ring, las que lo levantamos de cuando en cuando para verificar que el teléfono realmente funciona (o que el celular tiene batería). Somos nosotras las que sentimos ganas de llorar, gritar, patalear porque la relación, oh my god:

no fun-cio-na, porque él, el hombre, necesita espacio…

Pero resulta que a Dios gracias, hay justicia poética o bien, Dios simplemente ha desarrollado ya un sentido del humor porque me encuentro con que ahora -poco a poco- somos las mujeres las que argumentamos que:

a) los queremos pero preferimos ser amigos

b) los queremos pero necesitamos nuestro espacio

c) los queremos pero esto se está tornando demasiado serio y…

(la lista puede continuar, consulte a cualquiera de mis amigas o llámeme por teléfono para más detalles)

Y los hombres (esos pequeñitos de los que hablaba la Storni) están al borde de un ataque de nervios, enojados, o contrariados simplemente porque a la damita en cuestión se le metieron en la cabeza las palabras: independencia, autosuficiencia y otra desas que suenan bien linda de unos labios carnosos y rosados (con cover girl). O quizás no, quizás simplemente estén en el Pluma blanca o en el Sanborn’s viendo a quién se ligan y rogando (roguemos) porque sus próximas ¿víctimas? no le salgan con lo mismo pasado el tiempo, no les digan que son muy lindos pero que esto va demasiado rápido, son muy amables pero necesitan su espacio, es muy tierno de su parte pero por favor no llames a estas horas…

Hay hombres que simplemente no agarran la onda.

¿O será que somos nosotras las que no? ¿Seremos nosotras las que no sabemos aprovechar la oportunidad de ser poseídas por esos Zeus que han bajado del Olimpo a prodigarnos de dulzura y censura?

¡Válganos!

Y mientras ellos están at the verge, nosotras pensamos que the verge es en realidad algo menos trágico. Ejem.

INCAPACITADA

Primero se cayó el sistema del issteson. Todos los médicos aprovechando para salir de su consultorio, estirarse y esperar. Las recepcionistas haciendo ojos bonitos a los pacientes que en su mayoría estaban histéricos y no entendían, no les quedaba claro qué significaba eso de “el sistema se ha caído”.

Finalmente al consultorio. Descripción del indescriptible dolor. De la imposibilidad de dormir, de caminar, sentarse… etc. Y las palabras divinas para algunos pero señal de aburrimiento para mí: incapacitada para ir a trabajar por siete días.

Así que este blog está de nuevo out of service. El otro también.

Miss me

Call me (2207504) porque de seguro me caerá bien escuchar a alguien en un lugar donde cuando mucho suenan los grillos (el hijo y la pigles están viviendo en otro lado por lo pronto).

beso,

la syl

ESPECTÁCULO DE BICICLETAS (oh, yeah!)

Anoche me llamó por teléfono y me lo dijo: ¡Ya doy vueltas!

Se veía venir. La decisión fue suya, hace unos días simplemente nos dijo: Quítenle ya las rueditas a la bici. Y lo hicimos. Resultado: trancazos varios pero ánimo inamovible.

Practicar, practicar.

Y ayer, en compañía de mi padre, el de cinco dio sus primeras vueltas (sin rueditas) en su bicicleta verde. Yo no estaba ahí porque (como recordarán) soy la discapacitada de la familia y ayer era yo toda cuello y dolor en mi cama… lejos, muy lejos de donde mi pequeño de ojos bellos pedaleaba y (oh my god!) daba vueltas y todo.

Doy vueltas, mamá… ¿cómo ves? ¿Cómo veo? Pues en ese momento no vi, no vi nada. Pero adentrito de mí vi, vi todo… Y el corazón se me llenó de gusto y orgullo. Se dice que se cayó las primeras veces pero, típico en él, se sacudió el golpe y dijo: No me debe doler, no me debe doler, y se trepó de vuelta. Así de fácil.

Hoy, al mediodía, me invitó a verlo… a ver lo que él llama su espectáculo de bicicleta: mi hijo, mi único hijo dando vueltas y vueltas con una sonrisa en la cara que nadie podría describir y que todos seguramente hemos dibujado cuando un logro.

Este, es un logro y es suyo, sólo suyo.

LA DE LA COSA EN EL CUELLO (esa soy yo)

Bueno pues el percance de la ventana pasó a mayores, bueno a medianas: tengo un esguince en el cuello, por lo tanto viviré los próximos diez días con un collarín. Un collarín que me quita todo el glamour de mi ropa de marca (marca walmart, a decir verdad). Por eso, recorté un poco mi fleco, me pinté un poco más mis ojos, enchiné un pocomás mis pestañas y utilicé ese lipstick color raisin que guardo para las ocasiones especiales. Me hice un recogido tipo Grace Kelly, elegí mi mejor pantalón y mi blusa favorita y me dirigí (con todo el dolor posible) al kinder Yoko Ono, porque hoy desfilaba el de cinco.

En honor de las Naciones Unidas todos los niños del kinder desfilaron con las banderas de algunos de los países (lo bueno que “algunos” porque a todas las pinchis naciones yo no las hubiera aguantado parada y con este dolor) (¿por qué no me dieron morfina en vez de diclofenaco?). Al final, aplausos, aplausos, recojan a sus niños, puede comprar barbacoa y tamales, recojan a sus niños… recojan a sus niños.

Obediente, recojo a mi niño y en su salón escucho decir: “Esa la de la cosa en el cuello, esa es mi mamá”. Esa soy yo, la de la cosa en el cuello. “No le puedo dar abrazos apretados porque le duele, le doy sólo besos ahora… pobrecita, ¿verdad?” El cuello duele, el orgullo también, la gana de demandar al edificio II, salón 201 aumenta pero él está conmigo.

TRASLADAR FRONTERAS (that is the question)

Hoy me llamó Gloria Barragán.

Who?

La gloriadelyaqui pa los cuates, pues.

Que si me interesa asistir al II Festival de la Literatura del Noroeste. Trasladando fronteras.

Claro que le dije que sí.

Claro que le pregunté si hay apoyos (léase: $$)

Claro que me entusiasmé.

Oigan es un asunto de bloggeros y un taller con el bloggero más leído (en mi pantalla al menos): el raffa saavedra.

¿Cómo no ir?

Feliz traslado mi frontera a aquella frontera, í eñor!

Ai que conseguir para el traslado y el alojamiento, pos como quiera en una banquita frente al cecut…

P.S.Pongan changos.

LA VENTANA ASESINA (nadie le dijo que cuando mucho puede ser indiscreta)

Este es un post doloroso y mínimo.

Porque esta mañana se me ha venido una ventana encima, un vidrio con un marco pesadísimo y yo, pequeñita como soy apenas pude y mi manita, mi muñequita, mi hombro, mi espalda y mi cuello están dañaditos.

Esa es una ventana asesina y yo soy una sobreviviente.

Pinchi ventana, ¿qué le costaba limitarse a ser indiscreta como la de Hitchcock?

LO INTENTÉ (puuush, puuush)

Ayer me sentí medio rara la mayor parte de la tarde. Luego, cuando el hijo se fue con su abuela, me largué a caminar un rato. Pensé, ¿qué siento, qué siento? Me fui a mi clase de yoga, conversé con la chica que parece contorsionista y que es bien simpática por cierto. En la relajación me dije, ay a ver si no me sale el sentimiento por aquí en forma de llanto absurdo y zen.

Nada.

Me subí al chevy, puse a Muse y todo el camino a casa intenté hacer pucheros. Push, push sylvia a ver si te salen ya un par de lágrimas para quitarte de tonterías: llorar para sacarlo todo de una buena vez.



Nada. Lo intenté un par de veces más y nada. Supongo que me veía tan ridícula como esos que cantan y hacen caras mientras manejan.

Y de pronto se hizo la luz, cómo voy a llorar si no tengo nada, nada de nada. Lo mío es puro aburrimiento, lo mío es la novedad de que no tengo nada en contra, de momento todo está en su lugar, el piso limpio, el corazón tranquilo, la cartera más o menos acomodada, el hijo feliz, la perrita ya cenó. Así que me dejé de estupideces. Cambié de disco y me puse a cantar una rolita bien paique de los Shines. En casa me cené el pollo que sobró del mediodía, luego tocaron a la puerta y salí a platicar en la banqueta.

Tutto stamo bene

( o como se diga eso de: todos estamos bien)

LO SIENTO PERO… (late night calls)

Lo siento pero alguien debería prohibirle al Pasado esas llamadas a las dos de la mañana. Alguien debería informarle de la existencia de las horas hábiles y la atención hacia las inhábiles.

Pero el pasado no escucha, habla de extrañamiento, de oportunidades y disponibilidad. El pasado no entiende de razones y simplemente, presa de un impulso, marca mi número a las dos de la mañana para colgar casi a las tres.

Después de escucharlo, al pasado pues, tenía dos posibilidades. Pensar o dormir. Por supuesto como el espejo de mi presente (y mi futuro también), demanda un rostro descansado, yo elegí la opción dos y me dormí.

Lo siento pero dormí tranquilamente.

Y LA LUNA NOS UNIÓ (una y mil noches)

Había un cumpleaños que festejar, un motivo para estar reunidas en un mismo lugar. Como si nosotras necesitaramos pretexto para estarlo. La sala de la familia Carrillo se fue llenando de nosotras, la mesa nos ofrecía rebanadas de pizza, vasos de soda y pastel de zanahoria. Risas, bromas y profundas discusiones sobre la épica (la épica en imágenes de Star Wars, claro).

La cumpleañera cedió a nuestra insistencia y preguntó: “Bueno, entonces ¿a dónde me van a llevar?” El abanico de opciones de unas literatas es más o menos limitado: unas no bailan, unas quieren un lugar tranquilo, unas no saben bien a bien cuál es el antro de moda. Tomamos una decisión, bolsas, carros y nos dirigimos a la Trova, en cuya puerta estuvimos a lo sumo unos cinco minutos antes de decir: ¿de veras queremos estar aquí?

Pensar, pensar.

Yupi. Nos fuimos al Yuppi.

Un área peque sólo para nosotros. Un mesero guapo, una t.v. con vh1, mesas, sillas, bancos, un mural absurdo y del que nos reímos buen rato. Primera ronda: cuatro cervezas en tarro, cuatro soles en botella, una coca y una limonada. Great videos en pantalla, Live, Foo Fighters, Moby y Gwen, Oasis, Pearl Jam… y justo en el momento cúspide de Jeremy… la pantalla se pone azul, se escucha un ejem, ejem y de pronto leemos: ¡Karaoke!

Sí, sin saberlo, caímos en un lugar de Karaoke. Nos burlamos, nos quejamos, rechiflamos pero entonces cuando se comienza a escuchar Las mil y una noches, de Flans, todas sacamos a relucir el cobre (¿ochentero?) y cantamos a coro como si esto fuera un baile de secundaria. Poco faltó para que arrebatáramos el micrófono a la ingrata (créanme, muy ingrata) que cantaba. Luego una de Manzanero, una de Arjona (cuyas canciones siempre salen sobrando), José José, Alejandro Fernández (interpretado por un potrillo camisa roja cuyos encantos fueron cuestionados, señalados y casi casi, medidos).

La noche se aderezó con deberes: “tenemos que aprender a bailar en tubo”, cuestionamientos: “¿queremos aprender a bailar en tubo?”´, dudas: “es este el baño de muj….” (no era, y la susodicha al parecer no vio nada extra-ordinario), confesiones: “la de ideas crápulas que he tenido con ese tipo de la libr…” , afirmaciones y ofuscaciones gramáticas: “los del karaoke no saben nada de ortografía, fe no se acentúa!”, y por supuesto con nuestras risas y la conciencia (incluso bajo la influencia etílica tenemos conciencia) de que juntas la pasamos genial una y mil noches (ni quién supiera que somos escritoras que sí saben divertirse, que sí saben vestirse y que cuando menos si no escribimos bien, acentuamos bien, muy bien).

La luna nos unió y cuando llegó la hora de ir al sur y al norte (los dos puntos cardinales que nos dividen) nos abrazamos, nos besamos en la mejilla y prometimos vernos de nuevo bajo la luna del próximo viernes.

HONOR A INÉS (o simple egoísmo)

A veces pienso que soy de las pocas que utiliza el préstamo interbibliotecario en mi campus. Es un servicio fabuloso y gratuito. El procedimiento es bien sencillo, piensas en el libro que tanto deseas tener por unos momentos en tus manos, lo buscas en otras bibliotecas tec y le escribes amablemente a Mely para que ella lo solicite. Y luego, un lindo y soleado día (no hay de otros aquí después de todo) tu libro llega por paquetería. Te vas a casa contento contento.

Las maravillas que he leído gracias a eso.

Así pues, en esta ocasión solicité las Obras Completas de Inés Arredondo (las razones más concretas las sabe la mamá del astronauta). Y esperé. Esperé. Esperé a que llegara el dichoso libro. El viernes, ya de plano preocupada por el retraso fui con Mely. Buenos días Mely, cómo estás Mely, ya es viernes Mely. Y Mely toda dulce me dice, qué pena no ha llegado el libro… es que… el Campus Laguna no lo quiso prestar. Y yo con cara de what. ¿Cómo que no? eso no se vale, ¿lo sabe el sistema? ¿LO SABE EL SISTEMA? ¿Con quién los acusamos?

Me sentí parte de un país latinoamericano gobernado por algún tirano absurdo.

Mely prometió seguir buscando, algún campus menos egoísta se apiadará. Y aunque estoy enojada no dejo de pensar que es un Honor para Inés, un Honor que no la dejen salir de Laguna porque es el único ejemplar que tienen y porque nadie se puede dar el lujo de perder a Inés.