PANIC ATTACK

Yes, it was a panic attack.

One can have panic attacks from time to time, right?

BUSCAR UNA COSA (es siempre encontrar otra)

Bien lo dice él, “buscar una cosa es siempre encontrar otra”. Buscar un poeta es siempre encontrar otro. Así fue como di con Roberto Juarroz, buscando a otro. Sí, en definitiva “para hallar algo, hay que buscar lo que no es”.

Así que mientras buscaba otro poema, encontré este:

13
Hay un momento
en que uno se libera de su biografía
y abandona entonces esa sombra agobiante,
esa simulación que es el pasado.

Ya no hay que servir más
la angosta fórmula de uno mismo,
ni seguir ensayando sus conquistas,
ni plañir en las bifurcaciones.

Abandonar la propia biografía
y no reconocer los propios datos,
es aliviar la carga para el viaje.

Y es como colgar en la pared un marco vacío
para que ningún paisaje se agote al fijarse.

Roberto Juarroz, Poesía Vertical

DERROTA

No sé; de todos modos es una derrota.
Pero tal vez una derrota buscada, hasta anhelada.
Josefina Vicens

No lo sentí venir. Pero supe bien que no se iría pronto. Yo estaba de rodillas, limpiaba el vómito de Luis sobre la alfombra. Andrea gritaba “¡Qué asco, qué asco, eres un cochino Luis!” una y otra vez. Luis le contestaba, trataba de explicarse. Yo perdí la paciencia y les gritaba a ambos que se callaran. Fue entonces cuando él llegó. “¿Qué no puede haber paz en esta casa… qué no puedes callar a tus hijos?” Fue entonces cuando aventó el primer golpe. Me sentí derrotada.

Traté de explicarle lo ocurrido pero, como siempre, él no escuchaba. Cuando pierde la paciencia tampoco escucha y es que con los hijos uno puede perder la paciencia fácilmente, lo entiendo. Yo sólo cerré los ojos y lo dejé seguir, he encontrado que de ese modo todo sucede más rápido.

No sé cuánto tiempo pasó.
Después, escuché la puerta de su oficina cerrarse. Todo había terminado. Debo confesar que me dolían un poco las costillas, pero nada grave.

Terminé de limpiar el piso, me di un baño. Cuando salí, los niños ya estaban frente al televisor. “¿Alguien quiere helado?”, les dije. Andrea de inmediato dijo que sí pero rogó que a Luis no le diera, “¡guácala, qué tal que vuelve a vomitar!”. Los tres nos reímos. Pasamos la tarde tranquilamente.

Por la noche, después de cenar, él me pidió disculpas. “Perdí la paciencia”, me dijo. “Lo sé”, le contesté. No todo estaba perdido, antes de apagar la luz, dejé de sentirme derrotada.

IT’S A HEARTACHE

El dolorcillo comenzó ayer por la tarde. Traté de ignorarlo. Jugamos el reconocimiento a vencidas. Esta mañana, amaneció y ya estaba ahí, instaladísimo. Pasé el día tratando de ignorarlo y de ignorar el deber: ir al médico. Finalmente, dadas las cuatro me dirigí al hospital (soy como todo ese montón de personas que tiene fobia a los hospitales, los médicos, las enfermeras, las camillas, las jeringas…).

Frente al médico, admito: “me duele el corazón”, el médico me mira y pregunta: “¿algo más?”. “Sí, también me duele respirar…”. El médico hace unas anotaciones, le pide a la enfermera que me tome la presión. “Usted tiene la presión baja, pero no tanto, no tendría por qué sentirse así”. Se dedicó a preguntarme si me sentía bien, si estaba bajo presión, si había experimentado recientemente alguna emoción fuerte. “No, siempre, no…” esas fueron mis respuestas. “Necesita al menos tres días de reposo y checarse la presión durante esos tres días.”

Camino a casa sólo podía pensar en que me siento un poco mal, mareada pero que mi enfermedad o lo que sea que tengo suena bello: me duele el corazón y me duele respirar, lo mejor es poder decirlo y que realmente sea algo físico, algo que existe.

NADIE SABE (noticias tristes)

para MMV
Así nomás lo hizo.
Tomó las llaves de su carro y el frasquito aquel.
Manejó largas horas por las largas calles de la gran ciudad.
Nadie sabe qué pensaba.
Nadie sabe qué quería.

Encontró un lugar amable, un lugar cálido, un lugar lo más parecido quizás a eso que buscaba, a eso que ella había buscado siempre.
Nadie sabe qué escuchaba o si escuchaba algo.
Nadie sabe qué sentía.

Se estacionó.
Dejó vacío el frasquito aquel.
Y, así nomás, se fue.

Nadie, nadie, nunca sabrá por qué.

CIEN PALABRAS DE AMOR

El rafa pedido cien palabras de amor.
Aseguré que sólo me sabía tres.
Con gusto informo que ya llevo cuarenta y cuatro.

ON THE RADIO

Hoy escuche el cacho de una entrevista a una escritora y traductora española, aparentemente LA traductora del Quijote al francés. Lo siento, no alcancé a escuchar su nombre… al principio no me importó pero cuando dijo “al traducir hay que hacerse otro” me dije, Sylvia, tienes que averiguar quién es ella. Así que si al rato ven esta misma cita con su nombre debajo sabrán que mi búsqueda en internet fue exitosa.