Yes, it was a panic attack.
One can have panic attacks from time to time, right?
Espacio de Ocio y Escritura de Sylvia Aguilar Zéleny
Yes, it was a panic attack.
One can have panic attacks from time to time, right?
Bien lo dice él, “buscar una cosa es siempre encontrar otra”. Buscar un poeta es siempre encontrar otro. Así fue como di con Roberto Juarroz, buscando a otro. Sí, en definitiva “para hallar algo, hay que buscar lo que no es”.
Así que mientras buscaba otro poema, encontré este:
13
Hay un momento
en que uno se libera de su biografía
y abandona entonces esa sombra agobiante,
esa simulación que es el pasado.
Ya no hay que servir más
la angosta fórmula de uno mismo,
ni seguir ensayando sus conquistas,
ni plañir en las bifurcaciones.
Abandonar la propia biografía
y no reconocer los propios datos,
es aliviar la carga para el viaje.
Y es como colgar en la pared un marco vacío
para que ningún paisaje se agote al fijarse.
Roberto Juarroz, Poesía Vertical
cómo calificas tus sustantivos??
Traté de explicarle lo ocurrido pero, como siempre, él no escuchaba. Cuando pierde la paciencia tampoco escucha y es que con los hijos uno puede perder la paciencia fácilmente, lo entiendo. Yo sólo cerré los ojos y lo dejé seguir, he encontrado que de ese modo todo sucede más rápido.
Terminé de limpiar el piso, me di un baño. Cuando salí, los niños ya estaban frente al televisor. “¿Alguien quiere helado?”, les dije. Andrea de inmediato dijo que sí pero rogó que a Luis no le diera, “¡guácala, qué tal que vuelve a vomitar!”. Los tres nos reímos. Pasamos la tarde tranquilamente.
Por la noche, después de cenar, él me pidió disculpas. “Perdí la paciencia”, me dijo. “Lo sé”, le contesté. No todo estaba perdido, antes de apagar la luz, dejé de sentirme derrotada.
El dolorcillo comenzó ayer por la tarde. Traté de ignorarlo. Jugamos el reconocimiento a vencidas. Esta mañana, amaneció y ya estaba ahí, instaladísimo. Pasé el día tratando de ignorarlo y de ignorar el deber: ir al médico. Finalmente, dadas las cuatro me dirigí al hospital (soy como todo ese montón de personas que tiene fobia a los hospitales, los médicos, las enfermeras, las camillas, las jeringas…).
Frente al médico, admito: “me duele el corazón”, el médico me mira y pregunta: “¿algo más?”. “Sí, también me duele respirar…”. El médico hace unas anotaciones, le pide a la enfermera que me tome la presión. “Usted tiene la presión baja, pero no tanto, no tendría por qué sentirse así”. Se dedicó a preguntarme si me sentía bien, si estaba bajo presión, si había experimentado recientemente alguna emoción fuerte. “No, siempre, no…” esas fueron mis respuestas. “Necesita al menos tres días de reposo y checarse la presión durante esos tres días.”
Camino a casa sólo podía pensar en que me siento un poco mal, mareada pero que mi enfermedad o lo que sea que tengo suena bello: me duele el corazón y me duele respirar, lo mejor es poder decirlo y que realmente sea algo físico, algo que existe.
Encontró un lugar amable, un lugar cálido, un lugar lo más parecido quizás a eso que buscaba, a eso que ella había buscado siempre.
Nadie sabe qué escuchaba o si escuchaba algo.
Nadie sabe qué sentía.
Se estacionó.
Dejó vacío el frasquito aquel.
Y, así nomás, se fue.
El rafa pedido cien palabras de amor.
Aseguré que sólo me sabía tres.
Con gusto informo que ya llevo cuarenta y cuatro.
Hoy escuche el cacho de una entrevista a una escritora y traductora española, aparentemente LA traductora del Quijote al francés. Lo siento, no alcancé a escuchar su nombre… al principio no me importó pero cuando dijo “al traducir hay que hacerse otro” me dije, Sylvia, tienes que averiguar quién es ella. Así que si al rato ven esta misma cita con su nombre debajo sabrán que mi búsqueda en internet fue exitosa.