SICK

Parece que ésto es por turnos.
Ahora el enfermito es el de siete.

🙁

CICATRICES

Tenía todo el cuerpo cubierto por tantas cicatrices que parecía un mapa en el que las líneas fronterizas se hubieran dibujado una y otra vez, el resultado de batallas cuya conclusión nunca era definitiva. Durante algún tiempo sollozaba día y noche. Luego calló y no volvió a llorar jamás.

Jamaica Kincaid, La autobiografía de mi madre.

TIME-KEEPER

Yo tampoco uso reloj. Pero a diferencia de otras (en Rosarito) yo sí soy una presa del tiempo. Odio llegar tarde, odio que lleguen tarde, odio no saber qué horas son. Ésto, of course, me obligaría a usar reloj y no cualquier reloj sino un reloj de poca madre, exactísimo y monísimo. ¿Por qué no lo hago? Porque los detengo. Yo no sé qué tengo yo pero no hay reloj que me haya durado más de dos meses. Comienzan bien, tic tac con sus lindas manecillas y luego pum, se detienen. Juro que no me baño con ellos, ni lavo los trastes con ellos y mucho menos hago karate con ellos (por cierto, yo no hago karate). Tampoco duermo con ellos (odio el tic tac justo cuando voy a dormir).

He desarrollado una teoría al respecto: tengo el poder de detener el tiempo, es decir, relojes.
Soy como Powder, el tipo blanco de esa película, que tenía un extraño magnetismo y doblaba y acercaba cucharas hacia sí. Pero yo no doblo cucharas, ni rompo un plato (well…), yo: detengo relojes.

No sé para qué demonios me sirve ésto que nada tiene de don. Pero en cuanto lo sepa, se los diré. Por lo pronto me daré a conocer en el submundo como la Time-Keeper, ¿o debería ser dis-keeper?

Moraleja: nunca me regalen relojes.

VIDAS

Hay vidas que cuelgan de una pared. Vidas que, aparentemente, están ahí para adornar, embellecer pero que en realidad saben, como todos los que las observan, que no son sino un cuadro torcido, un cuadro que nadie se acerca a enderezar, ya sea por pereza o por la posibilidad de que éste, simplemente, se caiga y rompa el cristal que lo protege.

¡YA!


Nuestro Bruno ya salió del hospital. Él y su mamá lucen un poco más flacos y más apagados que en esta foto pero sabemos que pronto, prontito, lucirán tan radiantes como siempre. Dice la mamá que gracias por los mensajes/llamadas.

LA TIERRA (y sus dimensiones)

Hay veces que pienso que Cristobal Colón no analizó bien las cosas. Hay veces que pienso que todo era cierto que la tierra, en realidad, es plana. Plana plana plana plana y que si caminas hasta su límite: te resbalas.

Pero hay veces que pienso que Colón era un bato muy listo. Hay veces que pienso que la tierra en toda su redondez no es sino interminable y recorrible.

(Qué daño hace que tú te hayas ido el domingo, tuve demasiado tiempo para pensar en la tierra y sus dimensiones, es decir en todo y en nada).

UNA CANCION PARA BRUNO

Bruno, nuestro Bruno, está enfermito. Tiene más de cuatro días en un hospital donde no permiten los juguetes, los biberones y poco falta para que tampoco los colores. Su mamá la linda de cabello morado está con él, sin dormir, acariciando los pies del pequeño y la posibilidad de que pronto pronto sus pulmoncitos se alivien.

Ayer estuve con ellos.
Su mamá bajó a descansar y me quedé sola con él. No sabía qué decirle, lo único que se me ocurrió fue mecerlo y cantarle (o algo así como cantarle) la misma canción que tranquilizaba al de siete. Bruno se dejó, se dejó querer, cuidar y mecer. Cómo quisiera uno que una canción aliviara a un pequeño y a la preocupación de su mamá.

ATENTAMENTE: LA MUJER INVISIBLE

No hay alivio. Todos los días son calurosos y asfixiantes, una orgía de vergüenza y humillación, exactamente igual que hace tiempo, con la diferencia de que ahora soy invisible.

Amanda Davis

BOOK-MAN

(post sin acentos pues en arizona no existen)

Mi libreria favorita de esta ciudad es Bookman’s.
No, no es la lujosa y bella Borders (aunque tambien me gusta). La mia es rustica y practica. Libros de segunda mano. Hay un encanto escondido en los libros que ya han sido leidos incomparable al plastiquito que cubre a los libros nuevos limpios e incolumes.

El caso es que la segunda parada en este primer dia de shopping es en Bookman’s. Saco de mi bolsa mi lista de libros to get. Comienzo por los que considero mas importantes de momento (esos turcos que siguen generandome insomnio) y esos otros gringos de los 60’s 70’s que han aprendido a desaprender de la generacion de los 40’s y 50’s.

Estoy de puntillas tratando de localizar una novela, la encuentro y un senor como de unos cincuenta agnos me dice: “I knew you were looking for A.M. Homes”. Me quedo un segundo pensando si este tipo sera uno de esos weirdos de los que siempre se habla. No, no lo es. Me dice que necesitare mucha fuerza para comenzar y terminar The end of Alice. Le digo que me lei ya Los Excluidos y Women as Lovers de Elfiede Jelinek. Me dice algo que yo interpreto como “palabras mayores, verdad?” Admite que no la ha leido pero que vio La pianista y sabe a lo que me refiero.

Observa las dos novelas de Elif Shafak que llevo dentro de mi canastilla y me pregunta por ellos. Es una autora turca, bastante buena por lo que he leido. Me dice: “I have just read this turkish novelist, what is his name…” Pego un brinco y le digo: “Orhan Pamuuuuk!!!” Sonrie y me dice: “Yes, Pamuk, a fine writer”.

Entonces, llego el silencio.

Estoy segura de que queria decirme o preguntarme mas.
Estoy segura de que yo queria decirle o preguntarle mas.
Pero, en realidad, no hacia falta mas.

Ese fue uno desos encuentros raros que no requieren prolognarse. Ni ser mas. Te quedas arropada, muy a gusto, con la sensacion de que no eres la unica con ese loco entusiasmo en Bookman’s.