CONCLUSIÓN…

Ayer el Palomo, la Olivia y yo llegamos a la conclusión de que… de que… esperen… ¿llegamos a alguna conclusión?

EN EL TEMPLO DE MASJID

Finalmente lo hice. El viernes fui a la oración de la tarde en el Templo de Masjid. Me armé de valor y de telas. Busqué la ropa con el recato necesario, cubri mi cabeza y parte de mi rostro. Yo quería entrar libremente y, al mismo tiempo, ser invisible, ser una más. Así que si me puse ropa tan oscura y tan ajena fue porque desde el principio, sabía lo que quería. Me miré en el espejo, me veía bien, cubierta, disfrazada, otra.

Estacioné mi carro lejos para caminar hasta el Templo, desde que salí de mi habitación sabía que tenía que hacerlo, sentir mi paso bajo el peso de la ropa, bajo el peso de la mirada ajena. Dos cuadras después me topé con dos mujeres, vestidas como yo, caminando con sus hijos. Al verlas comprendí que yo estaba caminando mal. Mi paso apurado, mi mirada escrutadora no pertenecía a esas ropas. Comencé a moverme con pasos cortos y mantuve mi mirada alejada de todo y todos. Caminar con estas ropas es como caminar sintiendo vergüenza.

Pero yo no sentía vergüenza.

Sentía un dolor enorme. El alma se me partía en dos. ¿Cómo hizo ella para adaptarse? Caminaba y pensaba en ella, hacía un recuento de su ausencia.

De lejos, el Templo se sostenía enorme sobre la calle. Tuve miedo, no sé a qué pero tuve miedo. Quise descubrirme la cabeza, como si ello me diera fortaleza. No lo hice. Cuando llegué, un grupo de hombres y mujeres estaban ahí. Ellas vestían decorosamente y cubrían su cabeza. Eran estudiantes de primer año de la universidad, por lo que entendí esperaban al maestro, la visita al templo era parte de su clase de historia de las religiones. No lo pensé mucho, de entrar sola e invisible, a entrar con un grupo al cual seguramente explicarían algunas cosas, obviamente opté por lo segundo. Pedí permiso a las alumnas para unirme al grupo, supongo que mi acento, mi solo acento, indicó no sólo que yo no pertenecía a esa tela sino tampoco a su país. Aceptaron.

Finalmente el maestro llegó y del templo salió un hombre, era enorme, con ojos enormes y bigotes enormes, con anillos enormes en sus dedos enormes. Nos saludó “Bismillahi ar Rahman il Rahim”, lo cual significa “En el Nombre de Dios, el Benéfico, el Misericordioso ” y rindió su cabeza a nosotros. “Soy el Iman, síguanme por favor”, agregó sonriendo. Sin darnos cuenta caminamos divididos en dos grupos: los hombres al frente y nosotras detrás. Nos quitamos los zapatos. Qué frágil se puede sentir uno sin ellos. Una alfombra verde y de múltiples figuras se extendía mostrando la amplitud del templo. Mientras avanzamos, el Iman le explicaba a la gente a nuestro alrededor que éramos estudiantes. Nos miraban como ajenos totalmente a todo. Nos explicó que el grupo se dividiría por completo. A nosotras nos llevaron a la sala de mujeres, del lado opuesto a la entrada. Una especie de biombo nos separó de los varones.

El hombre, pronunció palabras en árabe que yo desconocía. Inició su discurso hablando sobre la ignorancia, la ignorancia del hombre, la ignorancia de la civilización y cómo ésta se combate con el conocimiento. “Combate”, curiosa elección de palabra, pensé. “Cuando Nuestro señor, misericordioso y poderoso, quiere a alguien le da el conocimiento de su libro sagrado. Nuestro señor, misericordioso y benéfico, guía a quien quiere y descarría a quien le place, por ello El profeta puso a nuestra disposición el conocimiento de nuestro Libro Sagrado para salir de la oscuridad”. Su sermón continúa con la persuasión y la modulación necesarios, cubierto de una sinceridad que no reconozco ni sentí plena. Utiliza palabras como coraje, valor, entrega, virtuosidad.

Un grupo de mujeres estuvo al frente de nosotras y nos indicaron que hiciéramos lo mismo que ellas, así supimos cuando bajar la cabeza, cuando arrodillarnos, cuando callar. Cuando menos pensé, la ceremonia había terminado. Al final, las mujeres nos abrazaron. Sentí ganas de preguntarles muchas cosas, pedirles que me contaran de su vida. Trato de ver hacia el lado donde están los hombres, el Iman les habla muy de cerca, los estudiantes y el maestro asienten de vez en cuando. Mientras nosotras recibimos abrazos, ellos reciben conocimiento, el conocimiento ese del que se hablaba en el sermón. Abandoné el lugar antes que nadie.

Cuando volví a mi carro tenía las mismas preguntas de siempre pero ni un solo deseo de pensar. Me apoyé en el volante. Descubrí mi cabeza y, por supuesto, rompí en llanto.

A LA GARCIA LORCA

Y entonces, pregúntome yo, ¿cuando el juez grite a los cuatro vientos: ¿quién mató al comendador (o al gobernador o al policía o a quien resulte)? el pueblo gritará: San Mateo Atenco!! siguiendo de cerquita los pasos de los pobladores de Fuenteovejuna??

SOBRE EL SILLÓN AZUL… (un mensaje y su respuesta)

From: “Sylvia Aguilar”
To: ___________
Sent: Tuesday, May 02, 2006 7:47 PM
Subject: Desde el sillon azul

Te escribo hoy desde el sillón azul, el nuevo integrante de mi
sala-comedor-cuartodetv-cocina. Es extensamente cómodo y de un azul bello, pleno. Una no hace más que añorar que se den las cuatro para volver a casa, dejar todo el kit de profesora en la mesa, descalzarse y sentarse en él, a ver una película, a leer, a mirar por la ventana. A cerrar los ojos. Sigo de ermitaña, con este sillón, cómo no. Ya mis amigas han reclamado mi ausencia. Pero algo me pasa últimamente, prefiero mi casa por sobre todos los lugares y eventos de esta ciudad. Aquí, soy toda la yo que puedo ser.

un abrazo,
sylvia

—– Original Message —–

From: __________
To: “Sylvia Aguilar”
Sent: Wednesday, May 03, 2006 9:00 AM
Subject: desde el sillon azul

Ahora comprendes mi redimida condición de lobo manso y solitario.
Intranquilo, llego a mi territorio y es entonces cuando puedo inventar un destino más o menos provisorio. Invento un destino a veces caprichoso, a veces perfecto aunque algo canalla. Es igual con tu sillón: Tu sillón azul es la posibilidad de inventarte un destino a la medida sin más equilibrio que la sola oportunidad de ser lámpara de fuego dulce. Allí está el hechizo de tu sillón azul: es movimiento aunque tú estés inmóvil. Es el lugar en donde te abandonas y, como ya sabes, abandonándose es como uno se halla. Abandonándose es como uno se encuentra. Mucho me ilumina tener noticias tuyas y más porque me invocas desde ese sillón azul…

OZ

¿Y a ti te gusta el Mago de Oz?, me pregunta el de siete y estoy a punto de atolondrarlo con un profundo análisis sobre el camino amarillo, Dorothy, los zapatos rojos y demás… el entusiasmo en mi cara debe delatarme porque antes de que yo inicie mi tesis, me aclara: El Mago de Oz el grupo de rock, claro, ¿te gusta?

Y yo, lo siento, de eso no puedo opinar.

Admito: no los he oído.
Confiesa: yo tampoco, pero deben ser buenos por el nombre.

Sonrío.

PLACER AUTOMOVILÍSTICO UNO

Me gusta manejar. Lo hago desde los 16 años. Y con el paso del tiempo he descubierto esas pequeñas cosas dentro del manejo que he llamado secretamente placeres automovilísticos. He aquí.

Mi placer automovilístico uno tiene que ver con el estacionamiento, se divide en dos etapas.

Etapa Uno: Encontrar un lugar de estacionamiento inmediatamente apenas avanzando, a veces sin siquiera tener que buscarlo: ahí luminoso un lugar justo para mí. A esta etapa del placer un novio que tuve lo llamaba Crimen Perfecto.

Etapa Dos: Después de encontrar el lugar, lograr estacionarme en tres dos movimientos, una reversa, el acomodo al frente, otro poco atrás y listo. En ocasiones he logrado estacionarme en dos movimientos.

Este placer automovilístico me hace sentir así como un chofer non plus ultra. Creo que hasta bajo del carro caminando arrolladora.

HEY DUDE, WHERE ARE MY FORKS?

Es un asunto sumamente misterioso. He notado en los últimos meses que tengo como diez o doce cuchillos y una cantidad más o menos parecida de cucharas pero sólo tengo como cuatro o cinco tenedores. Han ido desapareciendo poco a poco. He tratado de fingir que no me doy cuenta, he tratado de callar pero no puedo más, me carcome la duda ¿dónde demonios están mis tenedores? ¿quién se los llevó? ¿por qué? En realidad entran pocas personas a mi casa (supongo al fin que he dejado expuesta mi poca popularidad) y ninguna de éstas (estoy segura) se llevaría mis tenedores sin avisar.

Recuerdo que una amiga solía decir, si se cae una cuchara al piso es que tendrás una visita femenina, si se cae un cuchillo una visita masculina… ¿qué demonios querrá decir ésto en términos de la ausencia de tenedores en mi casa????

Si usted sabe algo, cualquier información será bienvenida y recompensada (un cuchillo, una cuchara de regalo, tal vez?)

Seguiré investigando.

SIX FEET UNDER

Este fin de semana continuamos el maratón de six feet under con la botana, la bebida y la compañía correspondiente sobre el sillón necesario.

HAY DÍAS…

Hay días así. Días en que el aire pesa, los pasos se hacen lentos y el ánimo se endurece. Hay días en que sólo se quiere estar en un sillón azul, con un té helado en la mano y Ruby Tuesday rondando en los oídos.

Hay días así.

FAVOR

Como favor a mi editor, el Oscarini Benassini, escribo el presente post para avisarles que éste hace semanas borró su blog pero alguien sospechoso en la blogósfera (arent we all?) volvió a abrir:www.benassini.blogspot.com y ha estado publicando cosillas. No se vayan con la finta, ese no es el blog del benassini, es el blog de alguien más.

Como cuasiportavoz del Benassini, les digo: disculpe las molestias que ésto le ocasiona.