Henos aquí, después de la lectura. Después de seis semanas. Después de las clases con cinco escritores. Henos.
DAYS OF FORTUNE
El jueves fue un bello bello día. Unos cuantos de nosotros nos fuimos de viaje al Balboa a ver American Dream de Andy Warhol y de paso fuimos al Museo de Fotografía. Entre la impresión de las impresiones de Warhol y la impresión de un grupo de mujeres que han hecho el fotoperiodismo más intenso y la impresión de sentirse tan tan a gusto con gente a quien parece que se conoce desde tan hace poquitísimo tiempo se nos fue el día. Luego comimos una rica comida tailandesa en Hillcrest, caminamos por ahí, compramos libritos y fuimos muy felices.
El viernes fue un bello bello día. Unas cuantas de nosotras nos fuimos de viaje a Fashion Valley, previa parada en Borders y la tienda Apple (i got a shuffle!!). Comimos una deliciosa comida vietnamita, contamos cuentos a Ninis y chismes entre nosotras. Cambiamos el mundo y discutimos de nuestra sobrevivencia al Lab.
Estos fueron Fortune Days. Mañana toca arreglar maletas, descansar y prepararse para volver al extrañado terruño.
VIVA EL WIRELESS
Post en el que no tengo nada que decir but presumir questoy en el carro de la Lore con la (mi) (futura) lap de Loui en un estacionamiento de Rosarito donde puedo utilizar wireless!!
yei!
POST HECHO (tambien) desde la casa del Patto, en la mismisima colonia Libertad
Yo no tengo ningún pedo con ser un escritor de medios chiles.
–Omar Pimienta
GONE
En la familia las personas desaparecen.
Dos abuelos y un tío. Sin explicaciones ni despedidas. Quizá con maletas. Las abuelas, enfermedades del corazón. Primero una, luego la otra. Un primo se colgó en su habitación a los veinte. Mi hermana rogó su olvido a los treinta.
Claro. No puedes esperar que la gente permanezca. Que estén ahí. Cuando quieres. Y necesitas. Pero que se vaya y no sepas. Es otra cosa. Te queda aquí un hueco, una cosa rara, agudo el pecho. Dolor, te digo.
Mi hermana se fue. Un día llamó y dijo que sería la última. Desapareció. Ni un rastro.
Ya no es parte de mí. Y la extraño.
A veces me quedo quieta pensando cómo sería si viviera a quince minutos si me llamara a cada rato si viniera a pedirme una olla a pedirme la hora a darme un abrazo a que le devuelva ese par de zapatos. Me lamento, me lamento que no sea así. Rompo en llanto. Rompo el llanto. Camino en círculos. Golpeo, la pared, la mesa. Creo que el teclado. Me enojo y ahí está ella diciéndome que ese es su lado del cuarto y ese su lado del closet esos sus libros gritándole a mi mamá reclamándole a mi papá poco amable con los hermanos dando portazos para luego otra vez decirme que ese es su lado del cuarto. Y aún así, la extraño. ¿Cómo se hace para hacerse al olvido? No sé.
Abro mi libreta y escribo: No sé.
LOVE IN A BOX
SENSACION UNICA DESPUES DE LA SEMANA CON MARIA NEGRONI EN EL LABORATORIO FRONTERIZO DE ESCRITORES:
Breathless…
TARDE IMPERIAL (con final nevado)
Pues sí, ayer trabajamos arduamente hasta que nos corrieron de las oficinas del FCE. Nos encaminamos después a la caza de comida, siempre no fue filipina. Paramos en Henry’s, una grocery store donde a uno se le antoja todo, para comprar dos botellas de vino. Pagamos dos dólares cada uno por un superpaquete de mixed vegetables con tofu en un lugar mandarino. Luego JP quiso quitar a Miranda y la música estuvo un poco balín por treinta minutos. Decidimos no hablar de proyectos y no hablar del lab una vez que llegaramos a Imperial Beach. Dejamos de hablar de proyectos y del lab mucho antes de llegar a Imperial Beach.
Nos encontramos con que las aguas de Imperial Beach estaban contaminadas (y uno pensando que eso sólo pasa en Playas de Tijuana), sin embargo (al igual que en Playas de Tijuana) eso no detuvo a la gente de surfear y nadar. A lo lejos y a lo cerca de la orilla, varios delfines nos saludaron. Unos niños cerca de nosotros jugaban, varios andaban descalzos, dos en tenis, uno se cayó y se lastimó la pierna y otro dijo en cuanto esto pasó: now we have to eat quickly.
Después de la dosis de mar, arena, piedras y caídas nos metimos a la sociedad gringa más gringa, es decir a un bar. Un bar donde todas las historias del mundo parecían ocurrir en el mismo instante en que entramos. Jenny pidió una Murphy, JP se disparó un pichel de coors para él y para mí. Hablamos de la disfuncionalidad familiar, de las enfermedades de los ojos, de sexo y de otras cosas que parecían no tener sentido y al final lo tenían.
Cerramos la tarde imperial atascándonos de helados peanut butter perfection cup en Cold Stone.
1989/1991
En 1989 mi hermana llamó a mis padres desde Londres y les dijo que se había casado. Ellos no sabían lo que descubrieron dos años después: su hija no sólo tomó un esposo, tomó también otro nombre, otra nacionalidad y una religión. Pero en 1989 mis padres ignoraban todo esto y recibieron la noticia como los padres tratan de tomar las noticias de sus hijos: con gusto. Supongo que hubieran querido conocer al novio, seguir todo ese protocolo que implica el matrimonio de una hija. Pero se ahorraron los reclamos.
Su hija, de pronto, les era ajena.
Con frecuencia me pregunto qué pudo sentir mi madre la primera vez que la vio así, hablando un idioma desconocido y vestida de pies a cabeza por telas que más cubrían un cuerpo como un secreto. Con frecuencia me pregunto, cómo hizo mi padre para darle la bienvenida a su esposo. Con frecuencia me pregunto qué sintieron al ver que su hija hablaba y se movía hasta que su esposo lo permitía, al verla de rodillas en medio de la nada rezando sobre un tapete.
1991 debió ser el año más difícil para mis padres. Ese fue el año en que tuvieron que admitir que esa mujer con telas oscuras y mirada gris se parecía muy poco, muy muy poco, a la que una vez fue su hija. Tuvieron que aprender a pronunciar su nombre. Tuvieron que aprehender su nombre. Ese fue el año en que tuvimos que entender que nuestra familia nunca sería la misma. Tuvimos que cubrir las ventanas y evitar visitas, olvidar las risas y contener el llanto.
1991 fue el año que perdí a mi hermana y al perderla me perdí un poco yo. Fue el año en que descubrí que no sabía cómo ser parte de todo y me perdía en nada. Fue el año en que comprendí que una familia es difícil de entender. Fue el año en que decidí que hay historias que se apropian de uno y no al revés.
Ese fue el año que comencé a escribir.
TUESDAY
Pues ayer no tuvimos clase y hoy tampoco. Les explicaría pero me da flojera. El caso es que hoy a eso de las 10 30 de la mañana después de unas sincronizadas tamborileras y un café con canela, OP, Jenny, JP y yo llegamos a la conclusión de que el mejor lugar para trabajar con aire, red e impresiones gratis eran las oficinas del FCE. Luego OP se rajó. Pero el resto del liber crew se armó de laps, visas y ánimos y cruzamos la línea (fronteriza).
Y henos aquí. Tip tip tip, en las computadoras y munch munch por los tamales gringos que compramos para el break. De vez en cuando nos interrumpimos para leernos algo en voz alta o mitotear alguna cosa de último minuto. Pero en general todo es silencio, tip tip y munch munch.
Al rato vamos a comer filipino food y después, si todo ssale bien, iremos a Imperial beach a premiarnos por nuestra ardua labor (literaria).