FRAGMENTO DE CARTA ESCRITA UNA VEZ A.

La mía no se llama Matilda. La mía no estuvo en un hospital psiquiátrico. La mía no puede ser fotografiada. Pero la mía también se entregó a algo que no comprendo del todo. La mía se llamó Patricia, luego Hatiςe y ahora, Aisha. La mía se marchó a un país y a una religión milenaria. La mía, pues, es otra historia. Y sin embargo asumo que viene de algo similar: de esa manía de querer hurgar en el dolor. De hablar de lo que es incómodo.

Y lo que ronda ahora mi mente como resultado de la escritura – ¿de qué otra cosa? – es cómo hace una que ha escrito cosas tan ligeritas e incoloras para pisar estos terrenos, para abrir estas heridas y lidiar con ellas a puño y letra, Dígame, ¿cómo sea hace para escribir de lo que se escribe?

No, no tengo claro por qué en medio de la noche, en medio de una habitación tibia, en medio de un mes frío, me ha dado por escribirle a usted. He sido, para variar, presa de las palabras. ¿Del instinto?

Le decía. La mía no se llama Matilda pero se parece tanto a ella. A su encierro, a su silencio. Mi personaje vive el encierro y el silencio. No voy a sacarla de ahí. Y es que escribir no es para eso, me va a decir usted, ¿verdad?

UNA TEORÍA MÁS SOBRE EL INSOMNIO DE LOS DOMINGOS

Estoy segura de que lo escribí aquí, si no, lo soñé. Me refiero a mi teoría sobre el insomnio de los domingos. Hoy hablé con otra persona que sufrió ayer el mismo mal. Los síntomas de dicho mal son sencillos pero casi perversos. Uno se va a su camita digamos a las 9-10 de la noche, acomoda su almohada, se tapa, apaga la lámpara y comienza a moverse para acá, para allá, de este lado, del otro. El movimiento se extiende de tal forma que cuando uno menos lo espera son las 11:30 o las 12:45 y el caso es que sin importar lo que haga uno-no-pue-de-dor-mir.

Mi susodicho amigo dice que seguramente las ovejas en vez de brincar para proporcionarle a uno el sueño están haciendo otra cosa. Yo digo que están rascándose la barbilla, viendo el calendario y meditando sobre la terrible emoción que se siente al saber que mañana, MAÑANA, ya es lunes.

Eso es, la clave para comprender el insomnio de los domingos está en el lunes. Lo malo es que yo a los lunes ni los quiero ni los entiendo.

Estoy frita. (Y por supuesto, desvelada).

PAMUK

Sí, es un escritor turco. Pero también es un pez. Un pez azulyrojo. Precioso. Flota en mi casa. No me sonríe ni me habla pero me gusta creer que sí. Que cuando llego a casa y le grito PAAAMUUUUK sonríe y dice, ya llegó la loca esta.

EL PUNTO CIEGO

Siempre he creído que existe un punto ciego. Siempre he creído que se le debe llamar así al espacio ese que existe entre tu carro y otro y que ni volteando ni con el retrovisor puedes ver. En ese punto ciego te crees solo en la carretera. En ese punto ciego no te das cuenta que hay un carro y que si te mueves un poco a la derecha podrías golpearlo, podrías sacarlo de la carretera. Podrías causar el accidente más triste.

Manejo en carretera a diario. Pienso en el punto ciego cuando estoy a punto de rebasar. Me digo: ¿Estaré en el punto ciego? ¿Estará velado otro carro, otra vida ante mí? Sí, me pongo un poco nerviosa.

Hoy he pensado que hay otros puntos ciegos. Lugares únicos que no puedes ver, no puedes sentir, no puedes saber. Que están ahí y que si te mueves hacia ellos podrías causarte el momento más triste del día.

ÚLTIMO

Este es básicamente mi último jalón para la maestría. Llevaré un seminario de investigación del 8 de enero al 2 de mayo y luego tarán: muchas gracias señorita maestra en humanidades (por supuesto, si todo sale bien). Se siente suave, creo que aprendí más en la maestría que en la licenciatura donde alguien seguramente me recordará sentada en el arquito noviando con aquel poeta. Juro que el renacimiento, el siglo de oro y los contemporáneos me pasaron de largo. Ahora no siento que ha sido así. Me descubrí como la nerdy de closet que siempre he sido cuando veía los programas de los cursos que iba a llevar y me emocionaba.

Pero nada, nada me emociona más que terminar por fin la &%$(?[# maestría.

DOS SEMANAS DE

Estas fueron dos semanas de completo reposo. Por primera vez puedo decir casi con gusto: ¡no leí nada! ¡no escribí nada! Convicción propia de no pensar en otra cosa que no fuera ¿dónde está la cobija calientita? ¿dónde dejé el control remoto? ¿qué vamos a comer hoy? Tejí no sé cuántas bufandas frente al televisor, que de la sala fue arrastrado a mi recámara, a cuenta de derecho y revés me eché no sé cuántas películas y series de televisión. El mejor sueño llegaba entre las nueve y las once de la mañana y el mejor desayuno a las doce. Estas fueron dos semanas de todo lo que no hice durante el dosmilseis (o casi todo, ejem).

RECUENTO

la tía hortensia blues, los siete del de siete, la aceituna, el sofá azul, el premio de chihuahua, la novela, la beca nacional que no me dieron, la beca del tec que sí, la novela, el laboratorio, los del laboratorio, tijuana, la jenny-roommate, the serotonina trouble, la marigé, la casa de la marigé, la ipod, la bancarrota de agosto y septiembre, la hazzel, la novela, las calificaciones del de siete, el vértigo de mi amá, el corazón blando-endurecido del príncipe húngaro, el choque de mis tijuana compas, el alivio de mis tijuana compas, los libros que leí, los libros que compré y los libros que regalé, el futuro editorial coreano, la nostalgia por la hermana de siempre, los juegos de mesa con la familia, la familia y la resistencia (a todo esto).

A UN DÍA DE…

Estamos a un día de que cambiemos el 06 por el 07 en nuestras libretas, en nuestros diarios, en nuestros calendarios, básicamente en todo aquello donde ponemos la fecha. Estamos a un día de sentirnos raro por lo que fue el cero seis, bonito por lo que fue el cero seis, tristes por lo que no fue en el cero seis. O a lo mejor no, a lo mejor no sentimos nada raro o bonito o triste. A lo mejor no sentimos nada. A lo mejor estamos tan sólo a un día de que sea otro día. Y punto.

Que los días sean otros días, nada más, no es malo, no puede serlo. Un día es un día sin importar la terminación.

No siento nostalgia, no siento especial alegría y miren que lo mío no es indiferencia. Es una forma de pensar que estamos a un día de.

LA MEJOR MANERA DE ALIVIAR ESE ANIMO

Olvídese de las compras innecesarias. Incluso de los zapatos. Haga a un lado los antidepresivos y/o ansiolíticos. Simplemente:coloree su cabello. Un poco de tinte cambiará su ánimo.

(por lo menos por quince días)