DÍA DE EXAMEN

Preguntas y opiniones expresadas por mis alumnos (¡) durante el examen de tercer parcial de clásicos de la literatura:

1. “Allan Poe hizo una novela que son cuentos y que son narraciones extraordinarias, ¿no?”
2. “Lord Byron… me suena este tipo. ¿Lo vimos en clase?”
3. “Para hacer la separación de sílabas poéticas usaremos la ley de la última, ¿verdad?”
4. “En el verso: ‘Huye sin percibirse lento el día’ tiene prosopopeya porque el día no huye”
5. “Tengo problemas con los autores”
6.”Yo veo puras metáforas”.
7. “¿Cómo se llama el libro que leí este parcial y quién es el autor?”
8. “Para lo de la sinalefa, ¿la ache puede ser vocal?”

EL CIRCO DE LA CIUDAD

En esta ciudad una casa explotó. Ardió en llamas. Cimbró una cuadra. La familia estaba de vacaciones. Las cenizas y los restos son muebles y objetos. La casa ha aparecido en el periódico y en las conversaciones desde hace una semana. Las ruinas son un circo. Paso por ahí para recoger a mi hijo y los carros se amontonan y la gente se amontona y el morbo es el único habitante. La gente viene, desde no sé dónde, a observar la casa que explotó. La casa que ardió en llamas. Los espectadores no han hecho sino observar a una familia en ruinas. Este es un circo. No se sorprenda nadie de que pronto comiencen a vender golosinas y camisetas.

H.P.

Después del post catártico pos-hombre-en-mi-patio. Puedo ya platicarles que la semanita de vacaciones me cayó de perlas. Arreglé cajones y clóset, barrí como Dios manda y no sólo por donde pasan las hormigas, trapee y sacudí. Vi no sé cuántas películas y enseñé a mi hijo a levantarse a las diez treinta de la mañana como mínimo.

Leí, claro que leí.

Pero no leí nada que tuviera que ver con el Holocausto o con Kertézs. Nada que tuviera que ver con la casitesis. Nada. No Coetzee, no Pamuk, no Homes, no Gaitskill. Nada que tuviera un milímetro de la realidad que agobia. No señor, no. Mis ojitos y mis nochecitas estuvieron dedicadas a Madame Rowling. Sí, créanlo o no, leí el quinto libro de Harry Potter. Calderos, escobas, varitas mágicas, capas invisibles, magos torpes y elfos malhumorados, hicieron de mi semana un mundo donde el citox no es necesario.

BACK TO REALITY

Anoche no pude dormir. No fue sólo el típico insomnio de los domingos que me ataca desde que tengo uso de razón. Tampoco fue la ansiedad del reinicio de clases. Fue la paranoia. Ayer por la tarde un tipo se brincó mi barda y estuvo en mi patio. Lo vi. Me vio y en cuanto lo hizo, escapó zumbando. Se hicieron, por supuesto, las llamadas de emergencia -a la familia, a la policía-. Se tomaron las medidas usuales en estos casos. No se llevó nada, si acaso se sentó en mi bella silla reclinable, pero eso de darse cuenta de que una es real y completamente vulnerable a ciertos hechos, quita el sueño.

Anyway.
Ya es lunes.
De vuelta a clases.
Oh, reality.

PROFESIONARSE

En 1999 presenté mi examen profesional. Esa fue una tesis que se gestó prácticamente al mismo tiempo que mi hijo. Ese día cuando explicaba asuntos de bildungsroman, narradores escindidos y nosécuántas cosas más tenía una barriga de siete meses.

Este año me titulo de la maestría. Y el caso es que es estoy leyendo para lo que llamo la casitesis y mi hijo entra a la habitación, son las ocho y media de la noche y me dice que se le antoja una quesadilla. Termino esto y voy, le digo. Acepta.

Mientras el queso se derrite, pienso: aquel cachito que en su momento se mantuvo calladito calladito mientras los sinodales me decían es usted licenciada, es ahora voz y cuerpo. Un ser de ocho años. Un pequeño que saca diez en matemáticas lee el hobbit, es fan de café tacuba y piensa que el francés es más útil que el inglés. Un pequeño que de un modo u otro, y con la titánica ayuda de mis padres, he criado.

Si eso no es profesionarse, yo no sé qué es.

TEMPTATION

Up, down, turn around
Please don’t let me hit the ground
Tonight I think I’ll walk alone
I’ll find my soul as I go home

Nu ordr

JUEVES, AL MEDIODÍA (relato)

Quien se suicida lo hace porque la vidale resulta ya insoportable, dijo papá cuando Alicia nos platicaba los detalles sobre la muerte del vecino.

Han pasado muchos años de ese día, pero tengo un recuerdo indeleble de esto. Fue un jueves al mediodía. Mamá y Alicia yendo y viniendo a la cocina. Papá sumido en el periódico. Javier y Enrique platicando con la morbosidad del adolescente. Yo mirando mi vaso. Sobre la mesa el mantel amarillo y la vajilla blanca. Sobre la mesa la jarra con agua de jamaica. Sobre la mesa el bullicio que nunca alcanza a ser una conversación.
– Dicen que los hijos no saben nada…
– Que están con la abuela…
– No, con la tía…
– Deberíamos mandar un arreglo, ¿no crees Gordo?,
El periódico era lo único que papá atendía al mediodía. La conversación nunca se detuvo por eso.
– Sí, una nota estaría bien…
– Dicen que dejó dos cartas, una para su mujer y otra para sus hijos.
– Qué absurdo, en lugar de cartas les hubiera dejado un buen recuerdo, ¿por qué se suicidaría, Gordo?
Papá dejó caer el periódico. Empujó su plato. Se levantó y dijo antes de salir de la cocina:
– Quien se suicida lo hace porque la vida le resulta ya insoportable.

Los vecinos tenían dos hijos, niño y niña. Nunca hablé con ellos, nunca salían a jugar con los de la cuadra. La única vez que crucé palabra con ellos, fue cuando la pelota cayó en su patio. Toqué la puerta, el niño me abrió. Le expliqué. Fue por la pelota. Desde la entrada de su casa alcanzaba a ver el interior. Recorrí la alfombra, la mesa y sus figuras sobre ella.
Recibí mi pelota y me fui.

Si cierro los ojos veo todo otra vez. Era una casa perfectamente normal. Repaso una y otra vez los muebles y los objetos. Los rostros que alguna vez había visto en la calle. Era una familia perfectamente normal. Entonces, ¿por qué?

Caminé rumbo a mi habitación. Me acosté boca arriba. Veía el techo y ahí estaba dibujada la casa de los vecinos. Muebles, objetos, rostros. Luego, sin planearlo siquiera, fui en busca de papá. Me asomé en su habitación. No estaba ahí. Fui a su oficina. No. En la sala de estar. Tampoco. Caminaba por el pasillo cuando reconocí su figura al otro lado del ventanal, en el patio. Estaba sentado sobre la banca, frente a los rosales. El sol iluminaba su figura de modo que era lo único que parecía existir en el patio. Es una imagen imborrable: papá sentado frente a los rosales. Quise salir. Quise acercarme a él. Quise sentarme con él. Quise preguntarle: ¿cómo puede la vida ser insoportable?

No lo hice. No me atreví a acompañarlo. Papá lloraba. Fue la primera y única vez que lo vi llorando. Tengo un recuerdo indeleble de eso.

Era jueves, al mediodía.

VIVAS, BRAVOS, HURRAS Y UN BONCHE DE APLAUSOS POR:

  1. Las vacaciones.
  2. El cumpleaños de la Marce (léase, la mamá del Gero).
  3. El hijo que eligió por sí solo su ropa: ¡y combinaba!
  4. El celular de Sazú (léase, la Godoy).
  5. Las vacaciones.
  6. El regreso de la vecina extraviada (léase, la Nats).
  7. La quincena.
  8. La nueva filosa filósofa que tiene el país (léase, la Lore)
  9. Las vacaciones.
  10. LAS VA CA CIO NES.

MANCILLA VS. BAUDRILLARD

Hoy Madame Mancilla se aventará un tú por tú con la academia tijuanense (yes, there must be one) al presentar su tesis.

Seguro Baudrillard la mirará desde donde esté y se negará a sonreír a pesar de que le guste lo que escuche.

Good Luck, Sweetie!