EN MI CASA, HAGO COMO PAZ (oséase, este no es un poema mío sino uno de Octavio Paz que me he atrevido a manipular)

Voy y vuelvo, me revuelvo, y me revuelco, salgo y entro, me asomo, oigo música, me rasco, medito, me digo, maldigo, cambio de traje, digo adiós a la que fui, me demoro en la que seré. Nada me detiene. Tengo prisa, me voy. ¿A dónde? No sé, nada sé -excepto que poco a poco encuentro mi sitio.

Desde que abrí los ojos me di cuenta que mi sitio no estaba donde yo creía, sino donde no estaba ni había estado nunca. En alguna parte había un lugar vacío y ese vacío ahora se llena de mí y yo me asentaré en ese hueco que insensiblemente rebosará de mí, pleno de mí…

(versión libre de Prisa, de Octavio Paz en ¿Águila o Sol?

coetzee, doblemente coetzee

Es curioso, uno de los posts más visitados en este blog es uno que escribí el año pasado titulado “10 Razones para leer a J. M. Coetzee”. Al parecer la gente, futuros lectores o actuales lectores del escritor sudafricano teclean en google: Coetzee y pum, aparezco yo en el listado de links. No sé qué tan bueno sea lo que escribí pero lo escribí con harto empeño, eso sí. Ese texto surgió de una charla que di, precisamente, sobre él. Es uno de mis cinco autores extranjeros favoritos actualmente (un día haré listas de los otros cuatro, aunque sin duda ya he hablado de ellos aquí) (notaron la especificidad de mi lista? autoresextranjerosfavoritosactualmente). Coetzee le trajo a mi percepción del mundo y a mi escritura una serie de lecciones invaluables.

He leído, no en este orden, Vida y Época de Michael K., Elizabeth Costello, En medio de ninguna parte, Diario de un Mal Año, Hombre Lento y mi favorita Desgracia, entre un par más. Inicié este año jurándome que me leería un Coetzee por mes durante el 2011, mi lectura nocturna fuera de clase, me dije. Decidí iniciar con las Memorias, me consentí y me compré en línea el primero: Infancia. Heme ahí muy contenta no sólo porque lo encontré barato sino porque la edición en español que compré ha salido de la biblioteca pública de nueva york (sepa la bola por qué), quien me lo vendió me preparó un sobre hermoso con timbres de Edgar Allan Poe bellísimos.

He estado leyendo entusiasmadísima toda la semana pero hoy, que me dispuse a abrir una de las cajas de libros de mis tantas mudanzas, pum que me salta a los brazos una edición de Infancia. ¿Cuándo lo compré? ¿Por qué lo olvidé? misterio, doblemente misterio. Es raro porque siempre en cuanto compro un libro le escribo mi nombre y la fecha en que lo adquirí y justo éste está en blanco.

Pensé, bueno, lo regalaré.  Ya hasta tenía la persona perfecta para que se quedara con ese ejemplar. Pero le di vueltas al asunto toda la tarde,  vueltas y vueltas y me he dicho, me he convencido de que en este momento, este libro, nadie puede valorarlo tanto como yo por razones que algún día platicaré. En este momento este libro, este otro libro, también me pertenece, me lo tomo como un mensaje divino (que es un eufemismo de: una pendejada mía) que acepto y disfruto. Estos dos libros se quedan conmigo.

Así que para mí,  Coetzee, doblemente Coetzee. Me lo merezco.

My memory

… my memory
Does not want to leave me
And in it, live beings
Each with its own pain,
Each with its own dying,
Its own trepidation.

Czeslaw Milosz, A poem for the end of the century

GERTRUDE’S BOX, GERTRUDE’S VOICE

A BOX.

Out of kindness comes redness and out of rudeness comes rapid same question, out of an eye comes research, out of selection comes painful cattle. So then the order is that a white way of being round is something suggesting a pin and is it disappointing, it is not, it is so rudimentary to be analysed and see a fine substance strangely, it is so earnest to have a green point not to red but to point again.

Gertrude Stein, Tender Buttons.

FANTASMAS (o lo que aprendí de Brenda Coultas)

Hay fantasmas a fantasmas. Hay fantasmas que regresan porque sí, porque pueden, como para echar un ojo nomás, como para acordarse. Fantasmas de la nostalgia probablemente.

Hay fantasmas que nunca se fueron, que desde que se fueron, se quedaron. Ya saben, el clásico fantasma con asuntos no resueltos en el mundo de carne y hueso. Me pregunto si un médico les diría que lo suyo, la neta, es ansiedad. Me pregunto si un terapeuta les diría que lo más saludable es dar carpetazo y seguir adelante.

Hay fantasmas enojados, que vuelven cuando se acuerdan. Fantasmas que irrumpen en la vida de uno, le dan un pellizco en el alma. Lo jalan a uno de las orejas, mueven los objetos en las casas. Pierden nuestras llaves. Hay fantasmas que vuelven nomás por joder.

Yo, hasta el momento, no puedo decir que tenga una gran experiencia con fantasmas. Supongo que están por ahí, pululando, testigos inermes de mi vida. No me da miedo la muerte, ya lo he dicho, pero se me hace bien sarra morir y perderme lo que va a pasar en el mundo. Pero bueno cuando muera creo que seré un fantasma visitador y simpático, seré de esos fantasmas que acomodan el cuadro chueco, que tienden mejor la cama, que le acomodan el cabello tras la oreja a la niña o al niño.

Bu!

vuelve el sol

y no porque ya esté cambiando el clima, nonono. vuelve el sol, mi sol. me he asomado y se ha asomado, mi querido amigo el fotógrafo-traductor-escritor, el único español que de seguro vive en corea ha reaparecido.

vuelve el sol. y esta luna, o sea yo, sonrisatotal.

Arizona Avenue

El clima arrebatado texanamente incierto le dio en la torre a los planes inmediatos de mudanza, así que no hay calentón ni hay agua por lo tanto no me he podido cambiar.

Pero hoy tenía ganas de ir, de estar.

Me levanté temprano, me desayuné a prisas, me arreglé y me lancé a mi casi-casa. Abrí cajas, maletas. Acomodé mi ropa en el clóset, ya saben, poner de nuevo la vida doblada en dos en los cajones. Barrí, acomodé libros, cuadernos. Y de pronto sucedió: la frialdad de la casa comenzó a disminuir, tuve que quitarme el suéter pues comenzó a sentirse cálido, tierno.

La casa en Arizona Avenue comenzó a sentirse propia.

out the window

“In my early years as a fashion editor I worked with Norman Parkson who was a really big photographer and he taught me to always keep your eyes open, never go to sleep in the car or anything like that just keep watching because whatever you see out the window whatever it can inspire you”.

Grace Coddington in The September Issue

OY, EL TROMPITO

Mi hermano mayor cumplió 50 años la semana pasada. No estuve ahí. El año pasado fui pensando que ESE era el gran cumpleaños, pero no, eran los cuarentaynueveapenas. Este enero la cuesta nos costó más que nunca y fue imposible ir.

Mi hermano mayor es un acuario (eso debería decirlo todo). Mi hermano es brillante, apasionado, distraído. Mi hermano abría los controles del atari para ver “cómo funcionan adentro” luego los volvía a armar y siempre sobraba una pieza. “Oy, el trompito”, decía imitando a Manolito cuando trataba de arreglarle un carrito a Guille, el hermano de Mafalda. Si yo les hablara de los “oy, el trompito” que me tocó ver.

Mi hermano es lingüista. Mi hermano ha trabajado haciendo diccionarios. Mi hermano es maestro. Mi hermano tiene más de 6 perros. Mi hermano no tiene hijos. Mi hermano tiene una casa grande y vieja, toda de ladrillos. Mi hermano se ha roto la nariz, las clavículas y no sé qué más. Mi hermano es alguien que nunca alcanzaré a entender del todo. Mi hermano no está en mi familia y está en mi familia.

Mi hermano es la mano que antes me llevaba caminando y que ahora no sé dónde está.