CHICA IDA

Ya es el último jalón del semestre, se siente maravilloso cómo la carga de trabajo va aflojando. La tercera novela del proyecto juvenil va avanzando, un poco más lenta que las otras pero ahí va. Y es que el tema es más difícil esta vez. Así que para distraerme de ese asunto me compré Gone Girl de la Flynn y pues heme picadísima. Hace mucho que no leía una novela de suspenso y bueno me ha sorprendido un poco y me tiene clavada. Así que  si les parezco que estoy como chica ida, ya saben por qué. Ah, las cosas que logran los libros en Una.

hija de la anarquía

tejerEl otoño-invierno es mi temporada favorita. Los vientos texanos te despeinan, te arropas con capas y capas de telas, te enredas en bufandas y gorros. Anochece más temprano y, por lo tanto, te vas a la cama cuando ni siquiera son las ocho.

Todas las noches me armo de agujas y estambre y continúo con la cobija que inicié a tejer hace dos años. La cobija de la ansiedad, la llamo porque la comencé justo un invierno en que la señorita ansiedad se asentó más que nunca en mis piernas y manos.  Con cachos de estambre de otras vidas armo poco a poco esta cosa.

A últimas, tejer se ha vuelto sinónimo de ver la tele y cuando digo ver la tele me refiero a ver Sons of Anarchy en Netflix. Me da una risa loca estar como viejita decimonónica tejiendo mientras veo una serie de motociclistas que disparan, pelean y escupen por cualquier mínima cosa.

Los Sons of Anarchy se guían por su impulso, para tejer yo siempre me guiaba por el orden, por la combinación de texturas y colores. Parte de la terapia de mi cobija es no tener un orden, no tener una medida, no tener un límite. Uno colores que cualquiera diría que no van juntos, creo líneas desiguales, cambio de textura cuando se me da la gana.  Es como vivir al borde del error, al borde del peligro (desde la seguridad, claro de mi cama). Es como tejer una cobija que es más hija de la anarquía.

 

Vet

Cuando tengo pesadillas generalmente estoy descalza o a punto de chocar o en una zapatería sin saber qué par elegir. Bobadas, pues, generalmente. Pero cuando Barbudo tiene pesadillas, cosa que no ocurre con frecuencia, quiere decir que soñó con la guerra, con esa época en la que era soldado en Bosnia y en Kosovo, esa época en que manejaba un tanque y que, aunque no lo diga nunca, cada día era una campaña.

Nunca hablamos mucho de eso, de la guerra, hablamos del antes y del después, de cuando fue policía en Alemania y en Italia, hablamos de lo que comía, hablamos de lo que bebía pero nuncanunca hablamos de los malos momentos, nuncanunca le he pedido detalles de esa época, no puedo explicar por qué.

Hoy, hoy es día de los Veteranos en este país. Hoy, abrazo al hombre que duerme a mi lado y que un día fue soldado.

domingo

Este domingo, madre, nos levantamos tarde. Todos menos Ernesto que, como bien sabes, es una hormiguita madrugadora. Por ahí de las once comenzaron a estirarse manos y brazos, se oían pasitos al baño y bostezos. Barbudo hizo huevos revueltos con cantidades exuberantes de tocino, ya lo conoces. Desayunamos los cuatro juntos, el pequeño hablaba de super-héroes, el grande de botas militares.

Luego, nos bañamos, nos peinamos y arreglamos y nos fuimos de vagos. Nos metimos al cine, luego fuimos de compras. Cerramos con broche de oro en un lugar de pizzas-alitas-videojuegos. Ernesto pateó el trasero de Juan en el hockey. Yo muy sentadita leía una novela que me tiene picadísima. Carlos iba y venía.

Ayer, madre, fue dos de noviembre, le tenía miedo al día de muertos. Te pensé todo el día, te extraño cada día pero sé que donde estás sonríes, sonríes por mi domingo, por la familia que he hecho en esta texanía.

Un Alma Cercana