EL DÍA QUE EL CHEVY LAS DIO (crónica de una descompostura anunciada)

Se veía venir. Habían pasado más de cuatro meses desde la última vez que le puse antifreezer. ¿El aceite? pues si ustedes no se acuerdan cuándo le puse aceite, yo menos.

El caso es que mi día comenzó muy bien, cinco a-m, saludito al sol (nada como un poquito de yoga madrugadora), yogurt con amaranto y miel, bañito, arreglarse y salir al trabajo. Disco de Fangoria (ya les dije que me he vuelto fan de esta Alaska?) a todo volumen. La carretera es mía, me digo siempre que manejo. De pronto la agujita de la temperatura está a punto de salirse de su lugar, la pobre suda, se estira, arruga el ceño y me dice: It’s so hot in here! Zúmbale el carro estaba hirviendo y yo ni encuenta por andar cantando esa de un astronauta solo llorando en el espacio…

Y el chevy las dio, se quedó así con el puro vuelito, avanzó cuanto pudo. Hubo que empujarlo un poquito pallá… pero se le veía avergonzado al pobre.

Y hablando de vergüenzas… cómo explicarle al mecánico que todo fue culpa mía, que no le puse antifreezer, que no le puse aceite, que no me tomé mi tiempo de observar la aguja antes de que saliera volando hacia los confines del universo? cómo? ´CÓMO?

Él, por supuesto, preguntó si mi carro tenía gasolina. Me aguanté las ganas de decirle algoloquesea que dejara en claro mi orgullo femenino. Pero mejor, sumisamente le dije, sí, sí tiene. Porque, la verdad, me porté como vieja, como esas viejas a los que los batos llaman viejas por no saber cuidar sus autos.

No supe cuidar el mío. Esta es una descompostura desas que uno ve venir y de todos modos no hace nada al respecto. Desidia tu nombre es sylvia.

Lección aprendida, ahora por puritito orgullo asylviado esto, esto no me vuelve a pasar jamás. JAMÁS!

¡DEMENTOREEEES! (mi cercanía con JK)

Cómo no íbamos a ir si es uno de nuestros personajes favoritos. Cómo no íbamos a comprar soda, dulces y palomitas si estábamos decididos a disfrutar COMPLETAMENTE la película? Esta era una sesión IMPORTANTE de cine.

Sí.

Veríamos Harry Potter y el prisionero de Azkabán.

Lo juro, estaba nerviosa, emocionada, encantada (la lista puede seguir). El hijo, igual, o peor.

No, no les voy a platicar nada, ni el final (a pesar de que me encanta hacerlo). Sólo puedo decirles que los Dementores son lo más parecido a los Freaky One Kenobis de los que una vez les hablé. Ya lo comprobarán. Estos desgraciadísimos se roban la felicidad así como si nada. Un jaloncito y ahí van los ratos lindos de tu vida.

Juanantonio lo entendió desde el principio y desde que vio aquella mano huesuda aparecerse por primera vez en la pantalla, justo cuando en el cine reinaba el silencio, gritó como desesperado ¡ DE MEN TO REEEEEES!, se volteó de espaldas y agregó: ¡no quiero ver, no quiero ver, no quiero ver! para agregar las preguntas: ¿qué está pasando, qué está pasando, qué está pasando?

Nooombre, si la JK y yo seríamos bien amigas por nuestras coincidencias. Seguro la pasábamos bien una tarde tomando té, hablando de los hijos, de libros y del dinero que ella sí tiene.

SIENDO PRUDENTE (por no decir cobarde)

Pues ahí tienen que estaba yo en mi lugar de trabajo, en esa salita donde nos acomodan como a 20 personas en pseudos escritorios. Mi lap conectadita, música de Fangoria a todo volumen porque 19 personas no estaban ahí. Vasito de agua bien fría (ahora sí ya no tomo café), aire acondicionado, nooo si el mundo era mío.

Además, estaba escribiendo.

En eso llega un extranjero a quien no saludo porque no conozco realmente, de hecho de él sólo sé:

1) Que antes usaba aretes pero en cuanto llegó aquí se le pidió amablemente que se los quitara.

2) Que se casó hace un mes (y con una mexicana!, decían los rumores y yo siempre cuestioné esa forma de decir ¡y con una mexicana! pues tenía un noséqué que mi nacionalismo despechaba)

Total que en un español mocho (de ese que usan los gringos en las películas gringas) me dijo que iba a usar el teléfono. Yo le dije: adelante, en un español bonito (de ese que usamos los mexicanos en las películas mexicanas).

– Anna if you’re there Pick-up-the-phone…

El tono era claramente el de un gringo enojado. En eso como que alguien le contestó, porque dijo:

– Put Anna on the phone.

Sí, en definitiva, este era un gringo muy enojado. No se irá a pelear con ella por teléfono, me dije yo sin quitar la carita de mi pantallita.

Me equivoqué.

Y por más de cuarentaycinco minutos agradecí varias veces ser sylvia y no anna, esta anna a quien se pusieron de vuelta y media porque, entérese usted, le dijeron que:

1) Hoy mismo dejaban esa casa

2) La situación no podía seguir siendo así

3) No, no había sido duro en la mañana, ella no le había dado más remedio que.

4) Todo era en función de ella y nada era en función de él

5) Que era injusta y que no le gustaba cuando se burlaba de su cabello rizado

6) Tampoco cuando se burlaba de su barba

7) Entendía las diferencias culturales pero decirle perdedor a cada rato no se valía

8) Que por nada del mundo le fuera a colgar, que así no se solucionaban las cosas

9) Que no era llorón, que simplemente tenía sentimientos

10) Que no colgara

11) Que no colgara…

12) …

Asumo que ella colgó.

Todo esto, claro, fue en inglés. Yo, bueno, iba y venía. Saqué punta tres veces, fui por agua dos veces y fui a la impresora otras cuatro. Obviamente él pensó que yo chaparritamorenitamexicana como soy, no hablo ni una gota de inglés. Y realmente desee no entender una gota del idioma del tipo de altorubiogringo.

Fui prudente, por no decir cobarde.

CIERRA LOS OJOS (no pasa nada)

Los cambios siempre llegan de golpe. Bueno, no es necesario que se te atraviese un camión rojo y darse un frentazo (como Oto o como Ana), pero cuando los cambios llegan, lo hacen así: sin avisar y te toman por completo.

Tú no te lo imaginas. No tienes la mínima sospecha de que tu vida va a cambiar de entre 60 o 360 grados centígrados. No. Tú estás segura de que tu vida va a seguir así como está. Que te va a acompañar la misma gente, que vas a decir buenos días, buenas tardes y buenas noches en el mismo tono, que siempre vas a tomar café y tener esa pancita que siempre te incomoda pero por que nunca has remediado.

Y no es así.

Los cambios se lo llevan todo, o más bien, lo cambian todo. Lo giran, lo atajan, lo trastocan, lo retocan. Nada es igual. Y a nosotros, seres pequeños con ideas castañas, no nos queda más que adaptarnos, encontrarle de nuevo el sabor o degustar el nuevo sabor. Es cuestión de cerrar los ojos -por un segundo- y ver que no pasa nada.

Esto es sólo eso, un cambio.

LA PERPETUA REBELIÓN DE MAMÁ (ollas contra cabellera)

Mi madre es la dueña absoluta de su cocina; una, si acaso, puede ayudar lavando trastes pero hasta para eso hay ciertos requerimientos que deben cubrirse, pero eso es otro tema.

El caso es que mi madre, reina del lugar más pequeño y cálido de su casa, tiene una curiosa y perpetua rebelión con las ollas. Sabemos que está en la cocina porque el clink, clunk, clank, la delata. El escándalo metálico es su tarjeta de presentación.

Saca un sartén: clank, clank

Saca una olla: clink, clink

Saca un comal: clunk, clunk

Al golpeteo lo sigue, siempresiempre, un grito emitido furiosa, incivilizada y casiguturalmente, por mi padre. Así que entre el golpeteo y el grito (ambos recurrentes)los comensales terminamos con los nervios de punta, con las manos temblorosas y el estómago hecho nudo.

Cuando me cambié de casa pensé que iba a extrañar eso. Por supuesto, no fue así. Y ahora que cocino con más frecuencia, me doy cuenta de que para hacerlo no es necesario tanto clank, clink, clunk…

En mi casa, si acaso, una olla se golpea con otra

una vez a la semana (y se me hace mucho). Cuando ocurre, a la vieja usanza, levanto mis hombros, cierro mis ojitos y levanto mi pierna derecha por puritito reflejo, espero que llegue el barbárico grito y no llega. En menos de un segundo, el silencio, lo resume todo. Y no pasa nada.

No entiendo, no entiendo… La perpetua rebelión de mamá es un asunto sólo de ella.

LAS TRES (tener amigas así…)

La Una me escribe y me dice, ven, ven. Yo pago el boleto y luego vemos cómo nos arreglamos.

La Dos me dice, cuando Una dice algo así, es en serio. Ven, ven.

La Tres se entera y me dice, ¡sí! ven, ven… hay tres casas donde puedes dormir, comer y pasarla bien.

Yo, miro mis bolsillos y pienso: “si no tengo un quinto”. Sé que ellas van a insistir. Y mis bolsillos tiemblan.

Las tres, las tres me quieren y me miman. Lindas, lindas ellas que me quieren raptar al DF unos días… (suspiro) tener amigas así…

PARA CONOCERLOS MEJOR (un vistazo al refri)

Si usted quiere conocerlos mejor tan sólo tiene que asomarse a su refrigerador. Encontrará, antes que nada, que es un moderno refrigerador negro de dos puertas, muy acorde con la formaica de la cocina.

Abrir la puerta de su refri es abrir la puerta de cada uno. Va a encontrarse con unos quince jugos de uva, envase tetrapak con popotito, eso le indicará que el niño que habita en esa casa tiene una pasión en cuanto a bebidas se refiere. Observará también unos cuatro jugos de mango o de piña, eso le indicará que la madre a su vez tiene obsesión porque el de cinco pruebe otros sabores.

Más adelante, entre la mantequilla y el queso, encontrará usted con regular frecuencia un platito con un poco de cereal y leche, resultado del desayuno o la cena anterior. El de cinco, cuando no puede más, dice que lo guardará en el refri para mañana. Vale decir que mañana la mamá lo verá y seguro lo sacará y se deshará de la leche y del cereal remojado. Mejor no hablemos de la discusión entre ellos cuando el de cinco se da cuenta que la de 30 desapareció su platito con restos de cereal.

En este refri hay dos tipos de yogurt. Uno es natural de Yoplait y otro de fresa llamado Yopli. La dueña del Yoplait pocas veces prueba el Yopli, pero el dueño del Yopli (cuando se ha terminado el suyo, lo cual es siempre común) le entra al Yoplait con facilidad, especialmente si hay fruta involucrada.

Así como puede encontrarse restos de cereal, usted puede encontrarse restos de té helado, un vaso a medio terminar en la puerta del refri es indicativo que alguien estuvo tomando té helado la noche anterior, no se lo terminó y le dolió el codo tirarlo. Se guarda en el refri para acompañar el desayuno o el almuerzo.

Hay bolonia, queso amarillo y queso blanco, queso philadelphia (cuando se puede dar el lujo), muchos limones y pepinos (la de treinta es fan). También hay leche, aderezos para ensaladas (rockefort e italiano), siempre hay tuppers depositarios de algún guiso rico enviado por la madre y la abuela de los inquilinos: pay de mole, frijolitos, crema de espinaca… nunca falta.

En el congelador nunca faltan: nuggets de pollo, papas a la francesa, hash browns y waffles (ah porque están estrenando tostador). Se observa de esta manera la intensidad del antojo de estas dos personas.

No, aquí no hay queso gruyere, ni salami, con suerte a veces hay jamón. Su canasta básica es a la vez básica y divertida.

LOS SABORES DE LA EDAD ( lo bueno que no soy fenilcetonu… qué?)

He descubierto que con la edad además de las arrugas, los bochornos y la pancita, llegan también los sabores, otros sabores.

El adulto joven contemporáneo usa sacarina, toma leche y/o crema descremada (helloouuuuu?) o crema agria y todo lo que compra tiene sigla non-fat o sugar free Nieve sin carbohidratos, bistec ranchero con poquitísima sal, café con nutra-sweet… Menos huevo o huevo sin yema. Poco aceite o pollo al vapor. ¿Gorditas? ¿Tostadas? ni-ha-blar.

¿Hay algo peor?

Aunque uno trate de ignorar estos asuntos nada dulcificantes o edulcorantes (no sé qué significa pero siempre había querido usar la palabra) tomar Horchata Don José sin ponerse a pensar en el montón de calorías en cada traguito es muy difícil. Es más, no se puede. A la mitad de la botellita yo corro a echar un poco en un vaso y agregarle agua para rebajar y hacer menos dura mi penitencia.

El problema aumenta cuando voy al sushi, sí es más ligerito que cualquier otra comida pero el Kakiague roll DEBE, para mí, tener litros de salsa de anguila (esa salsa dulcecita mmhh!) para que tenga sentido. Y la gente, el adulto joven contemporáneo me mira, me cuestiona, me hace sentir que lo que estoy haciendo está mal, VERDADERAMENTE mal. Y me almuerzo mi Kakiague agachadita, sin hacer mucho barullo, y le echo más agua a mi Té helado para que no esté tan dulce y sentirme menos peor.

¡Oh Dios!, ¿azúcar o no azúcar?, that is the question.

LO QUE SE EMPIEZA, SE ACABA (filosofía de cinco)

Se fue a la playa, con sus abuelos. Dos días de sol, mar, arena, freezby, sandwiches de atún y muchas conchitas. Nadó, caminó, recolectó, enterró…

Y lo llevaron a una cueva, cerca del mar, una desas cuevas típicas en San Carlos donde al primer tropiezo: raspón y al agua. Not him. Juanantonio se metió en la cueva, escaló, trepó, avanzó. A la mitad del camino al abuelo casi le da un síncope… “niño, regresa, te vas a lastimar, vuelve, vuelve” y el de cinco presa de una filosofía que no heredó de nadie contestó: “no, lo que se empieza, se acaba” y continúo su camino.

El domingo llegó a mis brazos completamente ileso y bronceado. Con una pequeña moquera y el silencio de quien no sabe cómo comenzar a platicar la gran aventura del fin de semana.

Lo abrazo, lo amo. Disfruté su ausencia, lo admito, pero no tanto como su presencia. Su pequeña forma de decirme: “todo está bien, mamá”.

Y de pronto es 10 de mayo y no pienso más que en el privilegio de ser su jefita chula.

GANAMOS (miauuu!)

Primer Lugar en el Concurso de Cuento Cristina Rivera Garza. Buen momento para agradecer de nuevo a los manueles, al hijo por dormirse temprano y dejarme escribir. Y a Cristina R.G. porque su novela nueva me obligó a escribir un cuento nuevo para poder leerla de manera gratuita. Ji ji.

Un Alma Cercana