camaleón

Cuando era pequeño lo llamaban Lalo. El Lalo. En casa lo llamaban Flaquito. “¿Y mi Flaquito?” recuerdo a mi papá preguntando cuando nos veía a todos sentados en la mesa listos para comer o para cenar y mi hermano no estaba ahí.

Hubo una época en la que él se llamaba a sí mismo Zelig, en honor al personaje de aquel falso documental de Woody Allen. Zelig es un hombre camaleón, un hombre que cambia su aspecto y su personalidad dependiendo con quién está. Zelig se vuelve un cantante negro, un chino restaurantero, un viejo irlandés, ya no sé qué más. Él cambia y cambia de apariencia hasta que… Hasta que.

Mi hermano, sin embargo, no era camaleónico. Mi hermano permaneció el mismo por años y años. Sus gustos no cambaban realmente, si acaso se afinaban o evolucionaban, pero en él, en él había constantes, patrones, hábitos casi religiosos. A mí hermano le gustaba:

  • el futbol americano
  • el futbol soccer
  • la filosofía kantiana
  • Jaime López
  • Lou Reed
  • el vodka
  • los autos, sobre todo los autos y
  • las carreras de autos.
  • las mujeres con nariz curiosa

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