en un mes así, hace cuatro años

estaba yo en el DF, Barbudo y yo habíamos pasado todo mayo juntos -claro, después de un largo estira y jale de unos cuantos meses- hablábamos casi a diario por skype. él estaba en Puerto Rico. el cuidaba de su padre, yo cuidaba a la hija de mi amiga y usaba el tiempo para trabajar en la tesis.

no sé quién lo dijo.

pero en un mes así, hace cuatro años, Barbudo y yo decidimos vivir juntos. un año después, nos casamos con nuestros hijos de cada lado.

en un mes así, hace cuatro años, mi vida dio el giro más hermoso al lado del hombre más Barbudo.

Victoria

Estos días en Victoria han sido intensos y bellos y calurosos y ¿ya dije bellos? El taller fluye de lo más lindo, creo que nos divertimos como nenitas en parque -narrativo, claro. Además hemos tenido tiempo de charlar mucho la una con la otra y, mejor aún, las unas con las otras. Qué cierto eso que dicen sobre cómo los círculos de amigas pueden ser terapéuticos. Qué falta me hacía decir eso: estoy con mis amigas. Porque tengo amigas sí, pero están desperdigadas por todos lados y esta semana, esta semana estoy en la misma ciudad que ellas; así, igualito que cuando voy a Hermosillo y Mafaldeo. Así. Así.

Mi expediente amoroso

Mi expediente amoroso es una colección de principios. Un paisaje definitivamente inacabado que se extiende entre excavaciones inundadas, cimientos al aire libre y estructuras en ruina; una necrópolis interior que ha estado en obra negra desde que recuerdo. Cuando te conviertes en coleccionista de inicios también puedes corroborar, con precisión casi científica, la poca variabilidad que tienen los finales. Estoy condenada, particularmente, a la renuncia. Aunque, en realidad, no hay mucha diferencia, todas las historias terminan bastante parecido. Los conjuntos se intersecan más o menos igual y lo único que cambia es el punto de vista desde el que te toca ver: la renuncia es voluntaria, el consenso es la menos común de las opciones, y el abandono es más bien una imposición.

Tengo talento para empezar. Me gusta esa parte. Pero la salida de emergencia está siempre a la mano así que también me resulta relativamente fácil saltar al vacío cuando algo no me convence. Emprendo la huida hacia la nada a la menor provocación. Por eso esta vez no quiero preámbulos, intentaré evadir el comienzo, ya tengo demasiados.

Conjunto Vacío Verónica Gerber

los caprichos de Marina

imagesComo premio a mi trabajo en un intenso taller en Hermosillo, mi amiga María me regaló un boleto para ver a Marina Fages. Marina inició justo en Hermosillo su gira por México gracias a la invitación y al trabajo y a la creatividad y al interés y y y y de Vinagreberry.

El concierto lo abrieron tres chicos que calladitos calladitos tomaron el escenario, pero una vez que se pusieron guitarras y se prepararon tras la batería, esos tres chicos resultaron ser Seacat, una banda que es una bomba musical. Ese no era el sonido de alguien que ensaya en la sala de la casa los fines de semana; no, ese era el sonido de jóvenes que han trabajado duro en crear sonidos, atmósferas, letras. Ese era el sonido de tres músicos.

Y entonces llegó Marina con su cabello azul, con su guitarra, su tacita (¿de té?), y su charango. Marina y su sonrisita de no rompo un plato. Marina y su voz que rompe pelotas. Marina Fages demostró en el escenario ser una virtuosa en la guitarra, sin gran aspaviento alcanza acordes complejamente preciosos y su voz, su voz es un caramelo que se derrite, un caramelo que quema y endulza. Es esta una chica, una cantante, una músico que juega con sonidos y voz, como si todo fuera una ocurrencia del momento, un capricho.

Eso, un capricho. La música en manos de Marina Fages es un capricho que suena a “lo hago nomás porque sí,” pero que es en realidad un capricho  inteligente, un capricho meditado. Los caprichos de Marina Fages me dejaron esa noche con: “la cabeza abierta, debajo de la lluvia, debajo de las nubes y las estrellas…” como ella misma dice en su canción “Acantilados.”

Qué lindos, qué lindos los caprichos de Marina y qué lindos los caprichos de Víctor Hugo Reyna de Vinagreberry, los caprichos de llevar música en serio a Hermosillo.

 

G de S

Tengo un sobrino en Hermosillo que es ultrasupermuy brillante. Siempre le ha gustado dibujar, leer, tocar música. Lo recuerdo pequeñito pequeñito dando vueltas en la mesa de mi mamá bailando una canción de Elvis Presley. Lo recuerdo al otro lado de la reja donde mi hijo quedó encerrado una vez diciéndole: “Ay Juan, ¿por qué hiciste eso!?”

Y ahora mi sobrino, mi G de S es un joven adulto. Se graduó de la prepa con los máximos honores y fue aceptado no en uno, no en dos, sino en tres programas de la unison en los puntos más altos de la lista.

En la familia, pues, habrá un arquitecto, pero hay ya un hombre maduro.

alguien que amo

alguien que amo está en el hospital. alguien que amo le echa toda las fuerzas del mundo para darle cara a esto. alguien que amo se deja rodear de familia y amigos. alguien que amo está en mi mente aquí a distancia.

siguiente estación: esperanza

dos semanas con la hermana y una semana con mis hombres (y mis gatos) me han llenado de energía para lo que sigue en el verano. un curso en hermosillo. un curso en ciudad victoria. tres semanas intensas de abandonar la página para ayudar a otros a crear sus propias páginas.

en el inter me llevo en el bolsillo un sueño, un plan, un objetivo, un algo. le llamo proyecto pero no es eso exactamente. le puedo llamar futuro, pero también es pasado y presente. le voy a llamar esperanza.

eso.

siguiente estación: esperanza.

(un merry blues de fondo)

Un Alma Cercana