ELLAS

Cuando entré a primero de secundaria no conocía a nadie. Yo venía de otra zona escolar y parecía que el resto de los alumnos habían casi casi crecido juntos de kinder a primaria. Era yo, pues, el bicho raro. Un par de semanas más tarde, y la verdad no sé ni cómo. Ya había hecho ya a las tres amigas que estarían a mi lado durante los próximos tres años en la escuela secundaria federal número cinco. Lupita, Verónica y Rosalba, que, debo decirlo, medían entre 1.70 y 1.80 cada una. Han de imaginarse lo ridícula que me veía yo a su lado midiendo los casi 1.61 que mido yo (y que tal vez en ese entonces si acaso era 1.58).

Hace mucho que no pensaba en ellas, hace mucho que no me acordaba de ese cariño y esa solidaridad y las tantas risas que regían nuestra amistad. Con ellas bailé por primera vez en un baile con Flans de fondo. Con ellas me puse por vez primera delineador negro en la rayita de adentro de los ojos (no sin antes picotearme, estoy segura). A ellas les confié el valiente acto de crepé y spray para hacerme un copete rompevientos. Con ellas descubrí lo que una descubre a esa edad: que los cólicos y la menstruación son lo peor del mundo.

Rosalba no llegó a tercer año. Murió en el verano del 87 de un derrame cerebral. Verónica se fue a vivir a Agua Prieta apenas nos graduamos de la secundaria. A Lupita la metieron en una secundaria solo de chicas, la volví a ver un par de veces años más tarde, ya en la universidad, pero realmente nos perdimos la pista.

Pienso en ellas tres ahora, ahora que Nora, Sara y Claudia han llegado a mi vida. Es una cursilería probablemente, pero y qué, también de cursilerías se forja la vida. Hace mucho que no me sentía dentro de un grupo de mujeres con tanto en común, desde mis Mafaldas, mis Mafaldas que entre el 2005 y el 2010 fueron mi otra familia. Con ellas las reuniones eran los viernes, con este otro grupo de amigas las reuniones son a diario en forma de texto o mensaje de voz, en forma de chiste, chisme o poema.

Ellas hacen que de pronto mi vida de ermitaña en esta texanía sea más llevadera.

Un Alma Cercana