entonces, la trenza

me invitaron a participar en una mesa sobre las pérdidas en la traducción hooray. eso significó desempolvar la tesis, desempolvar el cerebro, replanteárselo todo. digamos que salió bien eso, digamos que me removió un montón de cosas. luego me entero que justo ese fin de semana justo en tucsón justo cuando estaba por regresar al paso la one and only lidia yuknavitch va a impartir un taller de narrativa para sacar la carnita al hueso de una historia. ¿qué hice? lo obvio, agarré mis chivas y me inscribí. fueron las tres horas más cortas y más largas de mi vida. ¿cómo comienzo a explicarles lo que pasó ahí dentro? no sé. sólo sé que cuando según yo había acabado mi primer ejercicio ella me dijo: keep writing. y luego volví a creer que había terminado pero no, una vez más ella me dijo: keep writing.

aprendí a hacer trenzas para escribir. o a lo mejor no aprendí, a lo mejor simplemente alguien me recordó cómo hacerlo. a lo mejor simplemente alguien me puso a hacer una trenza que yo no sabía que quería hacer o que no sabía que podía hacer o que…

salí del taller alucinadísima, hace siglos que no me sentía así. escribí seis novelas que alguien me dictó en el oído, pero veo, siento, se avecina una novela que nadie sino yo me dicta desde hace años y apenas ese día, apenas ayer, apenas hoy he decidido obedecer(me).

entonces, prepárense, porque he cerrado mi ciclos de libros cajita y ahora, ahora viene la trenza.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Un Alma Cercana