tantrums y bicis

mi nombre es sylvia y a veces me da por ponerme dramática en casa. eso fue lo que hice el domingo después de que el hijo no acomodó los trastes cuando se lo pedí y el marido dejó ochomil chamarras en todos los rincones de nuestra recámara. patalee, grité, bueno hasta dos mocos y tres lágrimas me salieron.

para dramas me pinto sola.

pero luego Nimona, mi gata amada, se puso a hacer piruetas y me ganó la risa. hablamos un poco los tres, llegamos a acuerdos (¿es acuerdo cuando los obligas a hacer más cosas en la casa o si no los abandonas?) y sanseacabó.

barbudo y yo nos fuimos luego a hacer mandado en las bicis, pedaleamos por el centro, comimos tacos de carnitas de dudosa procedencia, pedaleamos más, compramos pan dulce, nos dimos un beso en la esquina de Mesa y Mills y, cuando volvimos a casa, del tantrum ni me acordaba.

 

fin.

pintar dentro (y fuera) de la línea y otras manías

A estas alturas del campeonato todos ustedes lectores saben ya que yo tengo ansiedad (nótese: ya no digo: “sufro de ansiedad”) Después de subidas y bajadas, médicos, remedios caseros y oraciones a la virgen de las ansiedades (porque claro que hay una), he aprendido a vivir con ella, a convivir con ella. En un tiempo ir al gimnasio era el remedio más eficaz, pero dejé de hacerlo por falta de tiempo y ganas. En otoño e invierno tejer es lo que me ayuda a disminuirla. Andar en bici también. Hay temporadas en que la ansiedad dicta mi vida, tan nefasta ella. Hay temporadas, hay que decirlo, en que ni me acuerdo de ella. Pero cuando sí, cuando se muda a mis piernas y a mis dedos es la cosa más incómoda del mundo. Solo alguien que ha sufrido ansiedad o este raro síndrome de piernas inquietas que vive en mí desde el 2009 entiende lo que digo.

tazaEl caso es que hace un mes entre la mudanza, las seis clases o vayaustéasaberqué la ansiedad estaba de lo más insensata. Caminaba yo un día por Barnes and Noble y entonces descubrí un pequeño tesoro: libros para pintar para adultos. Libros con diferentes tipos de imágenes, libros creados para lidiar con la ansiedad, para entretener la mente, calmar la mente, o domar la mente. Y sí, me compre un libro y una caja de acuarelas en lápiz (que es una cosa maravillosa).

No sé, no recuerdo si yo tuve libros de pintar de niña. Asumo que no por la forma tan nefasta que tengo de colorear. Lo que sí sé es que este ha resultado un entretenimiento precioso, me vuelvo a una infancia llena de formas y colores, me vuelvo a una edad adulta que sí que también que ¿por qué chingados no? puede también estar llena de formas y de colores.

ellaSoy color y forma.

Soy acuarela.

Soy esa la que pinta dentro y fuera de la línea.

Nenitas en el Cobach

Montones de preguntas. Montones de nenitas y nenitos fabulosos. Ayer fue un día lindo, lindo en el Cobach de Los Cabos. Y si usted tiene dudas, vea nuestras sonrisas en nuestra selfie.12144913_10156209956120473_2025071379884497861_n

Nenitas Peninsulares

imagesPues mañana las Nenitas y yo partimos a la Península. Nos presentaremos en prepas de Los Cabos y de La Paz, hablaremos con estudiantes que ya nos leyeron y que nos harán muchas preguntas que, con suerte, sabremos contestar. Conmigo viajan Lena Divani y su gato, digo y su novela Seven Lives and One Great Love: Memoirs of a Cat. También viaja mi Americanah  de Chimamanda Ngozi, y los cuentos de Lucía Berlín. Me llevo mi cámara, mis tenis y mis zapatos de flores. Me llevo mis ganas de llenarme los ojos del azulmar de la Baja.

Estas Nenitas y yo nos despeinaremos con la brisa del mar.

Gerardo

Gerardo David Aguilar Zéleny. Mi hermano. Mi príncipe húngaro. Mi lingüista. Mi hermano. Mi hermano. Mañana se cumplen dos años de tu partida. Esta noche te pienso. Ayer también. La semana pasada, por ejemplo, alguien dijo la palabra “destino” y me acordé de ese cuento que escribimos juntos. Qué cosa loca es esa del destino, ¿verdad?

la mort de ma mère

Je paie avec la mort de ma mère
le prix de mes rêves
tandis que je rêve la création d’un monde,
tandis que je rêve de nouveaux souvenirs,
tandis que je me rêve d’amour t’inonder.

Héléne Cardona, “Rêveuse”

Un Alma Cercana