bitácora de viaje

Cuando me tocó mi parte de sacar cosas de casa de mi mamá, cuando me tocó elegir qué me llevo. Me abracé a un montón de agendas y cuadernos que tenía por ahí. Mi mamá hacía de sus agendas un tesoro donde anotaba teléfonos, direcciones, títulos de libros, de películas, cachitos de recetas. Venía otro año y venía otra libreta. Como estudiante cumplida mi mamá pasaba en limpio todo y luego a la libreta iba agregando más contactos, más listas, más cosas qué pagar.

Hoy las revisaba y en una de ellas me topé con su bitácora de cuando viajó a Turquía a ver a mi hermana y a conocer a sus dos hijos que entonces tendrían entre dos y cuatro años.

Mi mamá, que entonces no hablaba ni gota en inglés, viajó de Nueva York a Londres a Alemania a Turquía. Anotó lo que pasó cada uno de sus días en ese otro mundo que sólo conozco en fotos. ¿Lo he leído ya? No. Puse la bitácora en mis manos, le eché apenas un ojo, acaricié la letra de mi mamá como si fuera su mano, su mejilla. Me dije, “Andale verás.” Una frase muy de ella, la dije porque mi voz se parece a la de ella, la dije para sentir que ella me la decía, la dije porque decir sus palabras es lo más cercano a oírla.

Esta es, por tanto, otra bitácora de viaje, la del mío por las letras de mi madre. Ya me animaré, un día. No hoy. Un día.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Un Alma Cercana