sylvia la que da clases

a veces creo que mis alumnos no saben ni qué pensar de mí. me miran raro cuando llevo mis converse rojos, me miran raro cuando llevo mis botas café, pero sonríen si traigo mis dr. marten de florecitas. los alumnos muy altos se sienten incómodos cuando hablan conmigo, yo en cambio me siento muy grande cuando estoy con ellos, quiero decirle al mundo “mírenme yo tan chaparrita y con alumnos tan altotes.” me gusta cuando me hablan de tú, me gusta cuando me dicen, “Oye, Sylvia, entonces cómo vamos a…?” y no no no no termino de adaptarme a que me digan Miss Sylvia or Mrs. Aguilar, o Professor Aguilar. una vez me dijeron Doctor Aguilar y yo sólo pensaba en la calle cerca de mi casa en Los Arcos, allá en mi hermosillo-sonoro. una vez un alumno me regaló una pluma de esas con pluma y su barrilito de tinta. nunca la he usado y no sé cómo me aguanté las ganas de llorar cuando lo recibí. una vez le dije a un alumno muy latoso, “¿sabes qué? no vengas a clase, en serio, no vengas, mándame los proyectos y listo.” el alumno  no faltó a ninguna sesión después de ello y jamás volvió a ser un dolor de cabeza. he notado que a mis alumnos les gusta cuando las palabras en inglés se me escapan y digo algo en español. he notado que a mí me fastidia cuando eso pasa, mi paranoia del alzheimer precoz, claro. me gusta cuando los alumnos se quedan al final para preguntarme algoloquesea, es como si estuviéramos en confianza y me pidieran la receta del arroz con leche de mi mamá. odio dar clases a las 7 am y amo dar clases a las 7 am. cuando el mundo se levanta yo ya hice algo importante. ya sé, ya sé, en mi profesión yo no salvo vidas, pero al menos no las arruino.

Un Alma Cercana