tuve miedo

Estábamos en Silver City, NM. Turisteando, caminando. Yo viéndolo todo, él tomando fotos. Con un poco de frío y un mucho de buen ánimo.

 

Entonces.

 

De un callejón vi salir a una mujer algo desgreñada, algo rara, con una piyama puesta y diciendo: “fucking stop, fucking stop following me.” Tras de ella un hombre, delgado, largo, largo, con esa ropa que tú sabes que tiene en un cuerpo más de ocho días. Le gritaba, “stop, fucking bitch, stop.” Pero ella no se detuvo, siguió y siguió, hasta que él le cortó el camino.

Yo corté mi camino. Barbudo estaba entretenido tomando foto a unas nenitas en patineta, una foto que yo le pedí. Yo ahí, única testigo de un hombre que primero seguía a una mujer, o a su mujer. Única testigo del momento ese en que él la tomó del hombro, la jaló y la empujó después hacia el cofre de un auto.

Fueron unos segundos, unos segundos solamente en que quise voltear con Barbudo y decirle, “mira.” Unos segundos nada más en que quise decirle “deténlo.” Quise decirle,  “ayúdala.”

 

En cambio.

 

Me quedé ahí, muda. Frente mí vi una imagen en la que yo decía las palabras esas, mi esposo las oía y se acercaba a defender a la mujer del hombre largo largo. Frente a mí vi una imagen de ese hombre largo largo sacando una pistola y.

 

Me quedé callada.

 

Ella se fue, se metió a una tienda y hasta donde yo estaba oí que pedía el teléfono para llamar a la policía. El hombre, el hombre siguió diciendo “fucking bitch” con la pura mirada.

 

Tuve miedo. Qué terrible, qué terrible es vivir con miedo, un miedo que, en ocasiones, no te deja hacer nada por nadie. Han pasado siete días de todo esto y no me puedo quitar la película entera de mi mente.

 

WHAT

What are my eyes for if they can see but see nothing? (Madre). What are my ears for if they can hear but hear nothing?(Madre). Why all this strangeness inside my head? (Madre).

All of it must be thought into nothingness (desde que tú no estás), one whorl of gray matter at a time, until in the end a spoonful of me will be left glistening at the bottom. I must seize memory like a knife and turn it against itself, stabbing memory with memory. If I can. (Madre).

The Book of Words, Jenny Erpenbeck. (Los paréntesis y el vacío, sin embargo, son de mi autoría).

el hijo

El hijo está que roza los dieciséis años. Parece mentira que el tiempo haya volado tan rápido. Hay veces que lo sueño y lo veo otra vez gordito y cachetón, con sus botas de astronauta y su chaleco,corriendo por la calle en el pleno pinche verano hermosillense.

El hijo está que cuenta los días para cumplir años porque eso significa que ya tendrá edad legal para trabajar. Se muere por trabajar, hace cuentas mentales de cuánto ganaría al año ganando el salario mínimo. Hace cuentas de cuánto dinero necesita para comprarse una van. Quiere ponerle una cama y una cocineta, quiere meter su vida en cuatro ruedas y lanzarse por todo este gringo país a viajar, conocer gente, tomar fotos, escribir, ver, vivir.

El hijo dice que hará una carrera técnica, no una universitaria. No de momento. Dice que ni la gente con doctorados encuentra trabajo y no se equivoca. Dice que quiere aprender algo útil, algo que le asegure empleo siempre y le permita tener una vida plena.

Yo lo escucho, sonrío, me asusto un poco por dentro y gozo otro poco por fuera. Es un hombre y aún no lo es. Es un hijo, es mi hijo y parece mentira que hace años, cuando me lo dieron en los brazos por primera vez, pensé: ¿esto tan bonito es mío?

Un Alma Cercana