maestra

Hay toda una saga de maestros y maestras en mi familia. Mi madre, mi abuela, mi bisabuela y más a los alrededores. Dicen que de pequeña yo juré y perjuré que no sería maestra pero el destino cuando bien escrito no tiene falla. Comencé a dar clases como cualquiera comienza ahora a trabajar en un McDonald’s a los 18 y de pronto simplemente no dejé de hacerlo. Tengo veintidós años parada al ladito de un pizarrón (luego se volvió pintarrón, luego se volvió pantalla pero para el caso es lo mismo).

Descubro que en este momento de mi vida si no fuera por el tiempo de aula estaría perdida. De pronto, preparar una clase sobre los tipos de oración se vuelve la única manera de no pensar de no sentir de no llorar de no patalear la ausencia de mi madre.

Soy maestra porque ella lo fue. Me jalaría en este instante las orejas si yo me anclara en la cama negándome a ir a trabajar.

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Un Alma Cercana