La llamada nocturna

A esa vida en minúsculas, sin embargo, la ronda siempre, como una amenaza, un hecho mayúsculo. Y es así como todos vivimos, a partir de cierta edad, temiendo la llamada nocturna.

 

Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre

el duelo

Hace unos días alguien me dijo que los duelos duran al menos unos años y que, entretanto, es natural ver a la persona que has perdido en todo lo que haces, les, observas, escuchas, comes, bebes, sientes.

Hace ocho meses murió mi hermano mayor y yo sigo haciéndome preguntas, sigo haciendo conjeturas, sigo recreando momentos. Sigo en él. Mi cabeza me vuelve loca, mi cabeza me traiciona. Comencé a escribir en una libreta todo lo que se me ocurre. Ayer, por ejemplo, escribí del partido entre México y Brasil y sobre cómo, de seguir vivo, mi hermano le hubiera llamado a mi Padre para pedirle que le fuera a Brasil. Es una broma familiar, que seguro comenzó mi hermano, decir que mi padre hunde equipos. Incluso él mismo lo dice:  “equipo que elijo, equipo que hundo.” Escribí también de otras ocasiones en que mi hermano llamaba a mi padre sólo para saber a quién le iba y elegir entonces el equipo contrario, de las veces que llamaba en cuanto sucedía un gol para decirle “¿viste eso?, ¿qué te pareció?”

Hoy escribo desde una bella casa en Taos, anoche comencé a leer a Piedad Bonnett y tengo todo patasarriba, las emociones, las ideas, los recuerdos. Todo a flor de piel. Si es cierto, si el duelo dura al menos unos años supongo que lo que te queda es pensar que, al menos, esa persona va a seguir contigo de un modo u otro. Mi hermano, hoy, es un renglón en una libreta que me acompaña a todos lados. 

la entrevista, los papeles y el Che

Finalmente llegó el día de la entrevista, después de un año de nervios y de una semana de hacernos preguntas unos a los otros. El Hijo confesó que lo que más le ponía nervioso era pensar en el cuestionario ese sobre si era terrorista, comunista o paramilitar. Dice que sólo pensaba en el poster del Che gigante que tiene en su cuarto. Barbudo no estaba nervioso, tal vez una rayita nada más cuando le pidieron el pasaporte para checar sus entradas a México y el documento bien gracias estaba en la casa. Yo estaba nerviosa por todo y por todos. Como si me estuviera apostando la vida en ello. Esperen, sí me estaba apostando la vida en ello. Porque de haber salido negativo todo pues de retache a México, no pasa nada allá hay familia, amigos, trabajo pero aquí, aquí en este país aunque no hay familia, hay pocos amigos -pero muy buenos dicho sea de paso- y trabajo, aquí, aquí está el Hijistro y al Hijistro no nos lo podríamos llevar a ningún lado.

Sí, nos estábamos jugando el todo por el todo y gracias al Che todo salió bien.

Un Alma Cercana